sábado, 21 de noviembre de 2009

Sin otra opción

La experiencia de no saber absolutamente nada, lo hacía aún más vulnerable. Era como un contra imán que él tenía para con ellas. Ninguna se atrevía a hacercarse, a encararlo. Y él mucho menos. Nunca le gusto eso de estar con cualquiera en cualquier lado. Lo de él era sólo un amor profundo, y siempre tenía a una sola chica muy especial en su corazón. Es por eso que no encajaba en el mundo de los adolescentes. Lo consideraban raro, anormal, incluso hasta lo trataban de bisexual de vez en cuando. Claro que para él no era facíl la vida que llevaba. Pero día a día intentaba sobrevivir y encontrar las cosas lindas que lo hagan sentirse bien. El ser perfecto, o querer siempre buscar la perfección, le jugaba en contra. Sus amigos, lo amaban o lo envidiaban. Sus amigas, sólo lo querían de diferentes formas, incluso siendo para alguna de ellas, como un hermano más. Acostumbrado a los malos tratos, a la carencia de oportunidades amorosas y a la torpeza de su cuerpo, sólo deseaba encontrar, hacía tiempo ya, a una persona indicada que le fuere correspondido y cumpliera con sus requisitos fundamentales de mujer. De más está decir, que los requisitos mínimos pedidos superaban ampliamente a una chica común y corriente que se encontraba en cualquier lado y eso lo hacía aún más difícil. Nada pasaba por lo material, tampoco la belleza lo era todo. Simplemente la esencia, la parte interior, el carácter y la contradictoriedad eran factores fundamentales.

No hacía mucho tiempo, un día como cualquier otro, una persona con alguna que otra característica deseada, por no decir una mujer perfecta frente a sus ojos, había aparecido y conquistado su noble corazón. Ella era un amor nuevo, que sustituía al anterior, pero del cual estaba convencido que no tendría éxito. Tanto dudaba de sí mismo que los factores siempre le eran totalemente adversos. Y este no sería la excepción. Aunque había estado cerca, y hasta incluso se había jugado como muy pocas veces lo había hecho, no tuvo el éxito final deseado.
Los fracasos, por sólo enumerarlos, ya llegaban a los tres o cuatro de forma consecutiva. Y parecía que nada lo iba a poder sacar del estado totalmente depresivo que tenía.
Ni el basquet, ni los sucesivos éxitos escolares, tampoco los grandiosos días laborales, ni sus hermosas tardes con amigos. Nada borraba su inmensa amargura y tristeza interior. Tampoco podía explicar ese vacío y ese odio a sí mismo, a la vida, a las circustancias adversas, ni mucho menos echar culpas a alguien.

Sin embargo, siempre confiaba en que todo mejoraría. Escribía frases propias esperanzadoras que lo hicieran seguir adelante. Leía cosas y cuentos para superarse, para no caer. Pero no pedía ayuda alguna. Cabe destacar que siempre se sintió que nadie lo entendía. Su forma de pensar era muy avanzada respecto al promedio de su edad y eso era algo difícil de manejar.


Él, ese gran chico, se autodesignaba como DIFERENTE. Esa persona, aún soñaba con la felicidad. Algún día, estaba totalmente convencido que la conseguiría. Lo único que más deseaba, era que al alcanzar las metas por las que luchaba diariamente, dieran sus frutos en sus respectivos momentos y rogaba para no pasarlas desapercibidas, como una simple cosa más.
Mientras tanto, sólo podía escribir, descargarse, y ocultarse. No tenía otra opción.