Parecía que tipos como él no quedaban ya en la actualidad. Su forma de sentir y de actuar, siempre tan minusiosamente para no lastimar, lo habían llevado a ser siempre él el lastimado. Pero cierta profesora muy querida por él, lo había llamado "rara avis" poco tiempo atrás, y eso lo había hecho reaccionar un poco de lo perdido que estaba y darse cuenta que él valía de verdad.
El problema, era que para él ella también era de esas mujeres que uno no puede perder. Sin hablar de su superficialidad, era con la chica con la que más le había costado definir si quedarse con el interior o inclinarse a lo exterior. Como siempre, todo hombre ve y va hacia eso de afuera que lo enloquece, mas este caso parecía especial.
Ella tenía otros hombres detrás, pero el también otras muchas chicas detrás. Los de ella, no se sabían si la querían en serio o sólo querían sacarse las ganas, en estos momentos donde todo vale. Las de él, se rescataban varias que sí lo querían en serio, lo que hacía que se complicase todo cada paso que el quería dar hacia un lugar.
Ellos ambos decían ante sus amigos de encontrarse. Él, con una seguridad a futuro, y ella con una seguridad no conocida por nadie excepto por una persona imposible a llegar para todos, parecían ser otra de las tantas más parejas de amor de la realidad en la que vivimos. Donde todos se tientan frente a todo lo que nos rodea, y en cosas que los adultos dicen no entender defendiendo así sus ideales de adolescentes impuestos por sus padres en su momento, y tapando esas sensaciones concretas que tienen ellos mismos.
El año casi llegaba desde su ultimo encuentro cara a cara, pese a que la tecnología actual hacía que no perdieran contacto. Claro que ni él ni ella aflojaban esperando que el otro accione y aún sabiendo él que ella no iba a dar el primer paso no hacía prácticamente nada al respecto. Ninguno de los dos se contaban todo, y claro, ocultaban lo que les convenía. Como en toda pareja actual o pasada, los celos, aunque sean mínimos, persisten, y ni él ni ella querían que estuviesen con otra persona.
Hasta para los amigos era algo confuso. Muchos de ellos querían verlos juntos, pero al ser ellos, ambos, líderes respectivos de cada grupo, tanto de las mujeres como de los hombres, tenían personalidades fuertes y era difícil convencerlos de algo. Su encuentro nunca llegaba porque por culpa del destino o quizás a propósito, o simplemente porque las cosas debían darse así, cuando el grupo se juntaba, uno de ellos no podía por sus grandes responsabilidades.
Nadie sabía como terminaría esto, pero la rareza del caso lo hacía especial. De nada servía que alguien dijera algo, nadie sabía cómo aconsejar ni para donde apostar, pues la ruleta estaba en movimiento hacía rato largo y seguía girando aún a una velocidad incrementada, en vistas de no parar en el corto plazo.