domingo, 14 de febrero de 2010

El día de San Valentín

Eran los 2 seres muy hermosos. No sé si físicamente hablando, porque los gustos de uno puede no corresponder a otros, pero en lo general eso se decía. Eran puros, de gran corazón, y se complementaban muy bien. Sólo hechos puntuales eran los que complicaban siempre todo, con problemas y peleas sin fundamentos y completamente inecesarias.
Ella era una chica casi ideal para él. Había podido calmarle miedos, incluso alentarlo a superarlos, le hacía bien y sufría mucho cuando notaba un pequeño problema en la relación. Él tenía muchas ilusiones en ella. De hecho penso y ya quería hacer locuras para intentar lograr algo, pero aún sabiendo que todo era hasta imposible.

Él: No sé que hacer. No me reconozco en nada. ¿Qué pensas vos al respecto? Siento que estoy haciendo una locura.
Amigo: Estás arriésgandote por amor. Dándote esa nueva oportunidad que tanto te merecés. No existen locuras para lograr nuestros cometidos.
Él: Pero me siento con ganas. Pero los miedos existen. Sufrir no es lo que quiero nuevamente. Sabiendo que esto no es normal, todo se complica.
Amigo: Deja de ponerte excusas y disfruta de una buena vez tu vida. Las consecuencias se darán luego y por sí solas.
Él: Pero lo que más me duele, es llegar a lastimar a una persona que no lo merece. ¿Cómo luchar contra eso? Es mi forma de ser...
Amigo: Aquella persona que te llegue a conocer de verdad, sabrá cuales son tus verdaderos sentimientos. Tú no haces nada si realmente no lo sientes. Puede que te confundas ahora, porque pensas que sólo haces las cosas por experimentación, pero no es así. A lo largo de tu vida, te negaste muchas veces a aceptar lo que te pasaba y a disfrutar. Bloqueaste a tus sentimientos con tus pensamientos, y conociendo tu pasado, fue tu única opción. Pero ya todo cambió. Aprendiste a salir adelante de apoco y la gente que te quiere te está ayudando mucho. Y vos también te abriste más. Es por eso que ahora te sientes como desconcertado, al queres aceptar tus emociones y rendirte ante tus sentimientos.
Él: Si, yo soy consciente que cambié. Pero hay una parte de mí que todavía sigue siendo lo que era, y no la quiero perder. Tú sólo me dices todo esto porque quieres que me sienta bien, pero no es la verdad...
Amigo: Nunca dejarás de ser ese que sos. Esa persona única y maravillosa. Disfrutar no tiene nada de malo. No siempre se tiene tiempo para haerlo y ya tendrás tus obligaciones. Relájate.

Y se le fue sin decirle nada más.


Ellos siguieron hablando por un tiempo más. Muchas eran los momentos felices, y otros tantos los sufridos. Los días pasaban y él se estaba convenciendo de darse la tan esperada oportunidad.
Pero nada fue como lo ansiado. Cuando finalmente él se decidió, ya era todo como tarde. Ella estaba con otra persona a la cual era raro que quisiera por su forma tan particular de ser.
Sin embargo, él calló. No quizo seguir hablando con esa persona que tanto lo había hecho cambiar y que tanto lo había ayudado. No quería arruinar ese hermoso recuerdo que tenía sobre ella.

Mientras tanto, ella sufría. Había tomado una mala elección, quizás por celos o cobardía, no lo sabía. Pero esa personalidad un tanto impulsiva, la llevaba a cometer muchos errores.


Amigo: No bajes los brazos. Ella te ama. Lo sé, me lo confirmó.
Él: Ya déjala. Es otra de las tantas que se encuentran por ahí. Esas que copian las estúpidas reacciones de los hombres comunes. Ella es mujer. Y ellas tienen esa capacidad de amar al máximo, mucho más de lo que los hombres podamos imaginar. Y sé que no pudo cambiar tan rápido de parecer, pero esas actitudes...



Ella se contactó con su amigo, al no poder conectarse con su amado. Pidió que secretamente concretara una cita con él, pero sin su consentimiento. Pidió también que fuera un día especial.



Un día, que tan sólo se da una vez cada año, fue el día de la cita especial. Ella apareció para la sorpresa de él, quién miró a su mejor amigo con una mezcla de odio, amor y gracias. Era un día como hoy, un San Valentín. Ella llegó y se le declaró. Le pidió perdón y le sonrió.
Como era de esperar, él no pudo rechazarla. Después de todo, ella era su mayor debilidad.








Hoy como no era de menos, la historía debía terminar con final feliz.
Aunque yo aún no he pasado nunca un día como este acompañado, sé que algún día los disfrutaré.