sábado, 11 de julio de 2015

Broken Inside

- My friend! What’s up? How are you doing?
- Hey! I´m fine thanks! What about you?
- Hey man.. Don´t lie to me. I can see you behind your body, your smile is just a little fake and your eyes.. Your glance looks sad. I can even see some tears deep down. What’s wrong? Come on, talk to me.
- Please, don’t do that. I´m just fine. I´m thoughtful, you know, life things..
- Come on boy! You always hide your feelings. Spit it out!
- I have no idea how can I say to people how I’m feeling.. It’s just rare you know. Things happening all time, I can’t even stop thinking for a second..

(His friend up his head and start staring at him)

- I´m broken inside. That’s the phrase. I’m broken inside…


After these words, he left. His friend couldn’t do anything else. Everything looks so complicated when it’s about feeling and relationships… 





Por dentro, él se carcomía, se hacía daño. El hecho de no saber, de la indecisión, de cómo continuar y de ciertas actitudes, hacían todo mucho más complicado. Él la quería, y mucho. Más siempre se dijo que no estaba enamorado. Semanas atrás, recuerda en su mente que alguien le había preguntado si lo que buscaba es una persona con la cual estar, una relación duradera. Quién más, sino él, quería, pues siempre quiso, tener una relación de amistad y amor con una persona. Hacía semanas que venía planteándose la posibilidad de avanzar, de formalizar, ir por más. Pero ahora, estas ciertas actitudes lo hacen dudar. Dudar de si es lo correcto, dudar sobre el futuro. Incluso, dudar sobre la continuidad de seguir, aún tal como se está ahora. 


Lo que más él se preguntaba, era si era él mismo el que estaba tan mal, tan equivocado… No comprendía, dudaba de sí mismo, y de sus convicciones. ¿Hasta cuándo así?, era una pregunta constante en él. ¿Qué hacer? ¿Qué no?



Las agujas del reloj corrían, mientras él, sentado como siempre frente a la computadora escribiendo, sólo se limitaba a recordar. Él se daba cuenta, que aunque el tiempo pase, aunque las circunstancias externas se modifiquen, aun cuando uno cambia, y mucho, y cuando los hechos de afuera hacen a la persona más fuerte; muy por dentro, él seguía siendo ese chico, de corazón frágil, hecho añicos, que sólo entiende de llorar en los rincones de aquellos bares desolados, que hacen destruir a todo y cada una de las patas que sobrellevan la actividad diaria del exterior…

jueves, 26 de diciembre de 2013

Me gustaría tenerla a mi lado. Simple y sanamente como eso.

Existe algo, llamado paciencia. Paciencia, palabra súper interesante, súper válida, importante, única… Paciencia, ciencia que cada día sigue un proceso de mayor peligro de extinción. Pero cuándo se considera a una persona paciente? Cuando saber perdonar? Escuchar? Hablar tranquilo? Cuando piensa antes de hablar? Cuántas definiciones posibles existen sobre la paciencia? Hoy les vengo a hablar de otra clase de paciencia, la paciencia del amor. Sé que tal vez suene aburrido, pero a la vez entiendo que para muchos también no lo es. Juro que llevo años esperando, esperanzado, teniendo un latido a cada momento por ella. Pero aún no la tengo a mi lado. Y qué es eso, qué implica? Acaso no se llama, además de amor, ser paciente? O será confianza a un futuro con esa persona? Hoy no quiero contarles de mis penas, ya que son muchas y no requieren de grandes escritos ni palabras para expresarse, sino más bien de una simple gota que salga de mis ojos sería suficiente para expresar grandes momentos inoportunos. Hoy no vengo a echar culpas, tampoco vengo a pedir perdón. Hoy simplemente vengo a expresar mis sentimientos, esos que una vez supieron estar a flor de piel, que renacían de la nada, desde lo más leve de mi ser. Las actitudes los expresaban, las locuras, las palabras y los textos únicos que sin vacilar eran fácilmente expuestos. Pero que ya no están. Cómo es que se fueron? Acaso se evaporaron? Por favor, permítanme expresarme mejor, y acaso decir que simplemente se quedaron en mi corazón, en lo más profundo de él, guardados bajo todo tipo de seguridad mágica imposible de deshacer. Es que cuando uno tiene un verdadero amor, puro y natural, único, nunca lo olvida. Y son esas ganas de poder expresarlo, de poder compartirlo, de poder nuevamente mostrarlo, de que salga a la luz. Hoy, mis días no florecen como antes, mis temores me acechan por el miedo intrínseco que me daña los huesos de perder, de que este amor se pierda, pues al fin y al cabo, es lo único decente y que en mi vida me queda, lo más sagrado y profundo de mí. A veces me pongo a pensar lo feliz que sería si aunque sea una de las tantas oportunidades se hubieran aprovechado. Sólo una, y nada más. No es que pida mucho, pues estoy totalmente convencido de que una oportunidad no se le niega a nadie. Verla llegar. Correr a su encuentro. Abrazarla. Saber que me voy a poner a llorar. Mirarla a los ojos. Darle un beso. Pasar un día. Sólo me gustaría que esta secuencia deje de estar en mis pensamientos y que se transforme en realidad. Me gustaría tenerla a mi lado. Simple y sanamente como eso.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Profundo amor platónico

Ellos, juntos, forman la historia más triste, hermosa, duradera, verdadera, pura y por sobre todo, de un profundo amor platónico.
Para él, ella es la mejor persona jamás conocida en su vida. Ella es su sol, su guía, su ilusión, sus sueños, deseos y fantasías. Es el amor en persona, es TODO. Para él, ella es la mujer más importante de su vida, la persona que quiere en toda su vida entera, una mujer que jamás quiere perder, ni quiere olvidar. Para él, ella es fantástica. Es increíble. Es una MUJER, como jamás antes vio ni tuvo. Es todo en su vida.
De ella, aprendió muchísimas cosas. Se hizo más fuerte, soñó con cosas posibles, se hizo más sano, más puro, más verdadero, más sentimental y compañero. De ella copió su pureza, su amor, su vida, su corazón y cualidades que no me pudo describir. Al hablar, siempre se lo notaba con brillos en sus ojos, pues irradiaba amor cada vez que hablaba de ella.

Hoy, sus palabras son de simple pena y soledad. Sus lágrimas, de dolor y de muchísimo amor.
Hoy, su cabeza no entiende el cómo, mucho menos el por qué.
Sin embargo, él sabe que no bajará los brazos. Porque fue feliz, y seguirá en busca de esos nuevos momentos mejores aún a los anteriores, porque sabe que con ella todo es posible. Ella, para él, siempre será esa única persona especial.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Una historia, dos personas

Eran otros tiempos. Los jóvenes no eran los mismos que antes, o por lo menos eso decían los más experimentados sabios vivientes. El amor era algo que se solía pasar por alto, con lo que se solía jugar mucho y por el que nadie se hacía cargo ni quería comprometerse ni luchar. Sin embargo, existían jóvenes. Esos catalogados como diferentes. No eran muchos, estaba claro que eran los menos, pero podían encontrarse si se sabía buscar, o por simple casualidad. Es como si en varias oportunidades, personas iguales se atraían y acortaban distancias.
Y entre estas personas, nace esta historia. Una historia, la de él, la de ella, que sin ser magnífica ni perfecta, es real y verdadera. Una historia que lleva mucho tiempo ya, pero que aún persiste débilmente y con un futuro por veces comprometedor, por otras sin posibilidades de triunfar.
Aún quedan muchísimas cosas por contar, es la historia más larga jamás vivida por ellos dos, pero no puede contarse sin la ayuda de ambos. Una mirada de un sólo lado dejaría a la historia en una proporción menor que la mitad, por lo que no estaría completa.

Es por eso que este escrito no puede, y tampoco debe, continuar. Son puntos suspensivos, ilusiones congeladas y sueños dejados momentáneamente quietos. Algún día esta historia tendrá su final. Por el momento, sólo resta un continuará...

Son dos personas, una historia, dos corazones y dos vidas, la de él, y la de ella.

martes, 31 de agosto de 2010

Decepcionados

Él era como los chicos de antes. Nada que ver en comparación a los del día de hoy que, en general, no son más que simples atorrantes que se creen que se puede jugar absolutamente con todo. Sin embargo, cometía errores. Decidirse para él era muy complicado, sobre todo cuando de personas que realmente quería se trataba y cuando él mismo estaba en el medio de la transición entre su anterior y nuevo yo, indeciso entre las ventajas y desventajas de cada forma de ser.
Sin embargo, no parecía ser el único, y mucho menos cuando del sexo opuesto se hablaba. Ella era única. Especial y diferente. Sin miedo alguno a decirlo, él la catalogaba como extraordinaria.

Ellos tan sólo hablaban de vez en cuando y aún menos se veían personalmente. Ella no sabia del amor de él, y él sólo miraba esos pequeños detalles que sucedían entre ellos que lo hacían ilusionar. Las esperanzas eran protagonistas de sus largos días de pensamientos prolongados, y sólo los amigos eran los únicos capaces de traerlo a la realidad nuevamente; no querían verlo nuevamente caer.

Tanto para él como para ella, no había forma alguna de que se dieran cuenta de lo que al otro le sucedía, o por lo menos él pensaba que a ella también le sucedía. Sólo eran raras excepciones como sus simples y fuertes cruces de miradas, ambas de colores claros, lo que a otras personas les podía dar un leve indicio. Pero el actuar de ambos, era simplemente el mismo que con sus amigos; eso, complicaba aún más las cosas.

Sin embargo, esos eran simples detalles, tal vez insignificantes. Ninguno de los dos estaba en condiciones de amar en los momentos actuales. Historias pasadas justificaban con creces ese pensamiento y hasta terrible sentimiento; mas la realidad tristemente era inevitable.

Los días sucedían con lo que el común de la gente llama normalidad, mientras suspiros volaban instante tras instante por los aires de las casas de esas dos personas que tan sólo unas simples y pocas cuadras dividían. Ambos tenían absolutamente todas las formas de contactarse, pero ninguno lo hacía. Estaba claro que las distancias auto provocadas por ellos mismos, alentaba al sufrimiento personal individual y a nadie eso le hacía bien.


Él acudió, cansado ya, a una de esas amigas que ella consideraba como hermana. Su personalidad de querer empezar o terminar de una vez con esto, no contrastaba para nada con la de ella, reservada y con más miedos que oportunidades. Finalmente, con la timidez de un niño, simplemente preguntó si había posibilidades, si valía la pena hacerse ilusiones...

Pero todo fue en vano. Largas, contundentes y negras lágrimas se desparramaron por la cara de él. No bastaron palabras como respuesta. Los signos inequívocos se hicieron perceptibles al instante en la cara de ella. No hubo disimulación posible, tampoco sorpresa ni decepción. Todo parecía ser el final...


No habían pasado ni media decena de días, para cuando él decidió ir en busca de la pérdida de la amistad. La amiga no había hecho comentario alguno, pero se la notaba triste y nerviosa en presencia de él y ella juntos. Sus palabras y actitudes daban mucho a sospechar.
Fue algo simple, y más bien como rutinario. Salido de clase, se hizo el desentendido y se dejó guiar por la fuerza del órgano llamado corazón. Cruzó la calle y simplemente en un suspiro largó ese sentimiento que tenía dentro, ese que tanto se había agrandado más por debilidad, deseos y fantasías que por amor.
La respuesta, fue obvia y en ningún momento requirió mención. Con la frente bien en alto, como si nada hubiese pasado, él se retiró cortesmente y agradeciendo por el tiempo brindado.



Él ya había llorado y descargado suficiente cantidad de lágrimas. Bastó simplemente un día más de soledad y todo volvió a la normalidad.




Después de todo, él ya estaba acostumbrado al rechazo. Pero siempre se quedaba con el orgullo propio de la valentía, que nadie podía descubrir ni sabía valuar ni distinguir de entre sus cualidades.
Finalmente, él tenía razón. No la amaba. Y ella tampoco a él. Ese sentimiento que parecía imposible de volver a tener, se hacía cada vez más lejano. Las circunstancias adversas hacían que el ciclo se repitiera.
Hoy, como desde el día que habían nacido, tanto él como ella, se fueron a dormir solos, cada uno en su propia cama, soñando con que el amor alguna vez llegaría a su puerta nuevamente.
A ambos se los notaba decepcionados.

viernes, 23 de julio de 2010

Ambos deben arriesgar.

Eran días relativamente tristes para él. Hacía mucho rato que no podía sentirse como le gustaría, pese a que estaba transitando sus largos días de descanso, sin responsabilidades ni días locos.
Todo era tan pero tan tranquilo que podía pensar y pensar, aunque sin éxito en dscubrir su problema.
Sin embargo, tan sólo por llamarlo una remota posibilidad, una posible idea era la de que se sentía solo y sin compañía alguna. Y aunque constantemente se preguntaba si era una relación estable lo que buscaba, nunca salía una respuesta coherente que lo confirmara.
En cambio ella, sabía y tenía bastate en claro lo que quería, o por lo menos eso desmotraba. Sin querer nada de amores pasajeros, buscaba sin cesar, sin mentir ni traicionar y sin jugar a dos puntas, a un ser que la queriese como es, para proyectar en él su futuro. Y considerando como estaban las cosas y sus malas relaciones anteriores también, se le hacía algo bastante complicado.

Pese a estas diferencias notables, ellos tenían algo en común: un simple y deseoso amor. Tan sólo en ocasiones pocas se veían, mas se habían conocido muy bien durante los tres años breves que habían pasado juntos en un lugar que formaba parte de su grato pasado. Y pese a que buscaban lo mismo y lo contrario a la vez, sólo se animaban a mirarse y por dentro pensar cada uno por sí mismos lo bien que estarían con el otro, sentimientos que para los de afuera era fácil de notar.

Él, quien ya empezaba la universidad luego de dos años de vagancia, tenía muchas ganas de experimentar esas cosas que nunca había vivido pero que estaría seguro que le encantarían. Y ella, chica que ya se preparaba conciente en su universidad, no tenía miedo de postergar sus deseos más remotos hasta encontrar a su amado ideal.

Todos los de afuera, tan sólo tiraban indirectas, los dejaban a solas, pero lo que no sabían era que eso era justamente lo que no necesitaban, porque eso lo podían conseguir e incluso arreglar un encuentro si así lo quisiesen. Pero ambos tenían miedo, ese miedo que paraliza siempre a las personas y nos las deja en paz ni cumplir los sueños, la misma barrera que siempre molesta y que hay que aprender y saber romper.





Nadie sabe como la historia seguirá, mas se pueden apreciar ciertos adelantos y pequeñas charlas referidas al tema como para intentar solucionar y poder intentar. Pero se requiere paciencia, deseo y voluntad. Nada era fácil para él, siempre con sus historias pasadas latentes, y mucho menos para ella, quién se negaba de ante mano debido a sus convicciones y miedos a priori.
La historia pronto tendrá un final, para estar juntos o seguir cada uno su rumbo, pero creo que lo tendrá. Y eso es lo que todos, incluyéndome, esperan. Aún, ambos, tienen cartas por jugar. Ambos, deben arriesgar.

domingo, 30 de mayo de 2010

Fuertes personalidades

Eran momentos raros, turbios. Ni él ni ella sabían lo que querían. Él sentía que la extrañaba horrores, mas no podía concretar para verla. Y ella, se hacía la fuerte, excusándose constantemente y ante cada nueva oportunidad, aún sabiendo que por dentro se moría de ganas. Pero no quería volver a sufrir. Eso se decía a sí misma, sin saber en realidad si anteriormente había sufrido o no. La realidad es que ya no era la de siempre y quería estar en la suya, haciendo lo que quería, y ser y parecerse a prácticamente todas las chicas de hoy en día. No es que estuviese mal, pero en una mujer como ella, era difícil de creer para él. En realidad, él estaba en la misma situación. La quería a ella, pero de verdad, mas no quería un 100% de compromiso. ¿Por qué? Creo que estaba pasando por la misma situación que ella. Ambos querían experimentar, siendo tan prematuros en tantas cosas y tan inocentes, no querían seguir dejando que la edad pasase. Sin embargo, algo que sí sé de él mas no de ella, es que en sus pensamientos y su futuro ella estaba. Es como que le gustaría declararse a ella pero para estar dentro de un tiempo futuro y en el medio, darse todos los gustos. Pero no quería prohibirle nada a ella, sólo quería su felicidad.
Parecía que tipos como él no quedaban ya en la actualidad. Su forma de sentir y de actuar, siempre tan minusiosamente para no lastimar, lo habían llevado a ser siempre él el lastimado. Pero cierta profesora muy querida por él, lo había llamado "rara avis" poco tiempo atrás, y eso lo había hecho reaccionar un poco de lo perdido que estaba y darse cuenta que él valía de verdad.
El problema, era que para él ella también era de esas mujeres que uno no puede perder. Sin hablar de su superficialidad, era con la chica con la que más le había costado definir si quedarse con el interior o inclinarse a lo exterior. Como siempre, todo hombre ve y va hacia eso de afuera que lo enloquece, mas este caso parecía especial.
Ella tenía otros hombres detrás, pero el también otras muchas chicas detrás. Los de ella, no se sabían si la querían en serio o sólo querían sacarse las ganas, en estos momentos donde todo vale. Las de él, se rescataban varias que sí lo querían en serio, lo que hacía que se complicase todo cada paso que el quería dar hacia un lugar.

Ellos ambos decían ante sus amigos de encontrarse. Él, con una seguridad a futuro, y ella con una seguridad no conocida por nadie excepto por una persona imposible a llegar para todos, parecían ser otra de las tantas más parejas de amor de la realidad en la que vivimos. Donde todos se tientan frente a todo lo que nos rodea, y en cosas que los adultos dicen no entender defendiendo así sus ideales de adolescentes impuestos por sus padres en su momento, y tapando esas sensaciones concretas que tienen ellos mismos.


El año casi llegaba desde su ultimo encuentro cara a cara, pese a que la tecnología actual hacía que no perdieran contacto. Claro que ni él ni ella aflojaban esperando que el otro accione y aún sabiendo él que ella no iba a dar el primer paso no hacía prácticamente nada al respecto. Ninguno de los dos se contaban todo, y claro, ocultaban lo que les convenía. Como en toda pareja actual o pasada, los celos, aunque sean mínimos, persisten, y ni él ni ella querían que estuviesen con otra persona.





Hasta para los amigos era algo confuso. Muchos de ellos querían verlos juntos, pero al ser ellos, ambos, líderes respectivos de cada grupo, tanto de las mujeres como de los hombres, tenían personalidades fuertes y era difícil convencerlos de algo. Su encuentro nunca llegaba porque por culpa del destino o quizás a propósito, o simplemente porque las cosas debían darse así, cuando el grupo se juntaba, uno de ellos no podía por sus grandes responsabilidades.
Nadie sabía como terminaría esto, pero la rareza del caso lo hacía especial. De nada servía que alguien dijera algo, nadie sabía cómo aconsejar ni para donde apostar, pues la ruleta estaba en movimiento hacía rato largo y seguía girando aún a una velocidad incrementada, en vistas de no parar en el corto plazo.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Prométeme que no te vas a enamorar de mí

AMIGA: ¿Cómo va todo?
ÉL: Todo bien! Sólo un poco preocupado por la situación que estoy viviendo. Un poco confundido y con problemas de no saber que hacer.
AMIGA: Ei! ¿Cómo es eso? Cuéntame!
ÉL: No, déjalo así. No eres justamente la persona indicada con la que pueda hablar esto.

Sin dar más vueltas, él se fue, dejándola plantada e inmóbil a su amiga. Después de todo, se lo merecía.


Días más tarde...
AMIGA: Espera! - grita a él cuando lo vio por la vereda de enfrente - ¿Podemos hablar un segundo?
ÉL: ¿Qué pasa? - pregunta de mala gana.
AMIGA: No entiendo porque el otro día te fuiste así, me dejaste sin poder decirte nada. Te odio. Sabiendo lo que a mi me pasaba y que necesitaba hablar con vos, que sé que me entendes y podes ayudarme...
ÉL: Espera - dijo interrumpiéndola - ¿Y vos pensaste en el daño que me causas a mi cada vez que te escucho hablándome de otro? Siempre egoísta. Mil veces me lo banqué, aún sabiendo vos lo que yo siento y lo que me pasa y que no te puedo olvidar. Aún sabiendo que intento empezar algo nuevo y te apareces. Dime sólo por qué lo haces.
AMIGA: Sos el tipo de persona que siempre quise a mi lado y que nunca pude tener.
ÉL: Vos perdiste tu oportunidad, lo sabes muy bien. Yo te amé y te lo dije, te me hiciste la desesntendida y desapareciste. Me hiciste sufrir y no te importó. No esperes que te crea ahora que estas enamorada de mi. No voy a volver a caer en un trampas sólo porque no quieres verme con otra ni alejado de vos. Haz tu vida, deja la mía que ya bastante arruinada está.
AMIGA: No me digas eso.
ÉL: Entonces dame un beso y déjame ir en paz ya.
AMIGA: No puedo.
ÉL: Adios.


Él no la entendía. Rodeado de problemas propios de su personalidad por problemas amorosos, seguía sin saber qué hacer. El tiempo pasaba, las chicas desaparecían y él quieto en el mismo lugar, corriendo vueltas en la misma manzana todos los días. Escapando de nada y hacia la nada.



ÉL: Amor, tengo que pedirte algo muy importante. ¿Me prometés que lo harás?
NOVIA: Sabes que siempre hice todo lo que tuve a mi alcance amor. No me asustes, ¿qué pasa?
ÉL: No digas cosas que no son. Siempre tuvimos muchos problemas por tus falsos comportamientos.
NOVIA: Ya empezás otra vez. Siempre lo mismo.
ÉL: Ves, por eso no te puedo amar. Ni vos misma te das cuenta de cómo sos. Sin embargo te sigo queriendo.
NOVIA: Sos lo mejor que tuve en mi vida. El más tierno, el más lindo, sos todo (L).
ÉL: Prometeme que no te vas a enamorar de mi. No quiero hacerte sufrir.
NOVIA: ¿Por qué dices eso?
ÉL: Sólo hazlo.
NOVIA: Ok, esta bien. Lo prometo. Ahora, ¿me puedes explicar?
ÉL: Déjalo asi mejor. Ahora me puedo ir más tranquilo. Adios.


Dejando desconcertada a su novia, sin saber qué hacer con su amiga, las cosas se le complicaban cada vez más. ¿Qué quería? ¿Qué esperaba? Las respuestas aún las estaba esperando...




El lío mental en su cabeza iba en aumento, pero a la vez esclareciéndose. Es como que ya empezaba a planear excusas futuras para poder safar y no perder las oportunidades de disfrutar. Sabía que era lo incorrecto. Pero a un pibe como el de ésta historia de 24 años, con futuro asegurado y amores lejanos, no le quedaba otra opción.

martes, 23 de marzo de 2010

Si es por sus ojos, sus labios o su cuerpo... No es amor, es ATRACCIÓN.

Si es por su inteligencia, o su historia de vida... No es amor, es ADMIRACIÓN.

Si es por que llora cada vez que tratas de terminar la relación... No es amor, es LASTIMA.

AMOR es cuando no sabes porque te sentís atraída hacia esa persona.

El amor tiene su razón, y esa razón es desconocida.

sábado, 20 de marzo de 2010

Pasos en falso

Él se encontraba perdido. El amor lo estaba buscando hacía rato, pero el no se decidía por nadie. Parecía como si todo se daba a propósito, porque o no tenía a nadie o de pronto, tenia varias. Ahora, ellas (en plural), lo acechaban y él no sabía qué hacer. Todo era complicado, su corazón no respondía y la mente no paraba de hacerle pensar cosas malas hacia sí mismo. Estaba cansado, podrido, harto y desesperado. Los sueños ya eran constantes, pero no brindaban solución alguna.
Las mañanas para él caían de la nada, mirándo diariamente el amanecer desde la ventana que daba a su comedor, pensando, meditando...en fin sin sueño, totalmente desvelado. Hasta los mediodías luego dormía y durante las tardes sólo se distraía como para no perder la costumbre de verse con su gente querida y recordando disfrutar su tiempo libre. Las noches luego llegaban otra vez, y el ciclo diario se repetía sin piedad alguna.
No había nada que valiera la pena más que escribir.

Él soñaba cosas hermosas con ella, quien era la única que no estaba, mientras la otra soñaba con él, siendo culpable de un amor no correspondido. Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, ella miraba el cielo estrellado intentando imaginar a él, qué estaría haciendo y si estaría pensando en ella. No hacía falta describir a la otra con la que tan sólo había compartido sólo un par de días, ni a aquella que recién empezaba a conocer. Era todo como una rueda cíclica y rutinaria que parecía no tener solución alguna.
Todas las partidas estaban empezadas por él, quién haciendo movimientos y jugadas asombrosas lograba continuar con todas ellas, defendiéndose de los ataques y sabiendo cómo, dónde y cuándo contraatacar sin herir lo suficiente como para que todo vuelva a lo templado y tranquilo.
La desesperación quizás era constante y hasta abrumadora, pero nada importaba en esos momentos donde se ama y todo se exagera sin piedad.
Él tenía muy en claro pocas cosas, y entre ellas, no era justamente el amor ni la soledad lo que podía controlar ni sabía como manejar.

Hablando de ellas, no estaban tan diferentes. Una tenía ganas de engañar al otro pobre chico con el que estaba, mientras otra sólo buscaba diversión. La punta de la ciudad irradiaba amor sólo de ella, quien parecía a la distancia que era la única que amaba de verdad, o quizás la lejana, con sus propias costumbres, demostraba un poco más de interés. El resto sólo eran simples confusiones, quizás distracciones o deseos interiores, quien sabe.

Los amores de ahora eran raros y todos lo sabían. La falta de compromiso y fidelidad, atraídos por tantas cosas del exterior, no hacían más que confundir y herir, a veces sin uno darse cuenta de nada. El amor verdadero era el que parecía haber perdido la batalla en estos tiempos y sólo eran la confusión y los desdichos los triunfantes.




Nadie sabía por cuanto tiempo más todo podía seguir así, pero él no modificaría modo alguno de comportarse y seguiría arreglando con parches los problemas. Lo que él de seguro no sabía era que estaba dando demasiados pasos en falso y que tarde o temprano todo iba a saltar. Él probablemente quedará sólo y abandonado de nuevo, pero no sería el culpable, sino que sólo sería la consecuencia de sus actos. Todo formaba parte de sus enseñanzas pasadas y de lo que le habían enseñado a hacer, o mejor dicho, lo que había aprendido de lo que le habían hecho a él.

domingo, 14 de febrero de 2010

El día de San Valentín

Eran los 2 seres muy hermosos. No sé si físicamente hablando, porque los gustos de uno puede no corresponder a otros, pero en lo general eso se decía. Eran puros, de gran corazón, y se complementaban muy bien. Sólo hechos puntuales eran los que complicaban siempre todo, con problemas y peleas sin fundamentos y completamente inecesarias.
Ella era una chica casi ideal para él. Había podido calmarle miedos, incluso alentarlo a superarlos, le hacía bien y sufría mucho cuando notaba un pequeño problema en la relación. Él tenía muchas ilusiones en ella. De hecho penso y ya quería hacer locuras para intentar lograr algo, pero aún sabiendo que todo era hasta imposible.

Él: No sé que hacer. No me reconozco en nada. ¿Qué pensas vos al respecto? Siento que estoy haciendo una locura.
Amigo: Estás arriésgandote por amor. Dándote esa nueva oportunidad que tanto te merecés. No existen locuras para lograr nuestros cometidos.
Él: Pero me siento con ganas. Pero los miedos existen. Sufrir no es lo que quiero nuevamente. Sabiendo que esto no es normal, todo se complica.
Amigo: Deja de ponerte excusas y disfruta de una buena vez tu vida. Las consecuencias se darán luego y por sí solas.
Él: Pero lo que más me duele, es llegar a lastimar a una persona que no lo merece. ¿Cómo luchar contra eso? Es mi forma de ser...
Amigo: Aquella persona que te llegue a conocer de verdad, sabrá cuales son tus verdaderos sentimientos. Tú no haces nada si realmente no lo sientes. Puede que te confundas ahora, porque pensas que sólo haces las cosas por experimentación, pero no es así. A lo largo de tu vida, te negaste muchas veces a aceptar lo que te pasaba y a disfrutar. Bloqueaste a tus sentimientos con tus pensamientos, y conociendo tu pasado, fue tu única opción. Pero ya todo cambió. Aprendiste a salir adelante de apoco y la gente que te quiere te está ayudando mucho. Y vos también te abriste más. Es por eso que ahora te sientes como desconcertado, al queres aceptar tus emociones y rendirte ante tus sentimientos.
Él: Si, yo soy consciente que cambié. Pero hay una parte de mí que todavía sigue siendo lo que era, y no la quiero perder. Tú sólo me dices todo esto porque quieres que me sienta bien, pero no es la verdad...
Amigo: Nunca dejarás de ser ese que sos. Esa persona única y maravillosa. Disfrutar no tiene nada de malo. No siempre se tiene tiempo para haerlo y ya tendrás tus obligaciones. Relájate.

Y se le fue sin decirle nada más.


Ellos siguieron hablando por un tiempo más. Muchas eran los momentos felices, y otros tantos los sufridos. Los días pasaban y él se estaba convenciendo de darse la tan esperada oportunidad.
Pero nada fue como lo ansiado. Cuando finalmente él se decidió, ya era todo como tarde. Ella estaba con otra persona a la cual era raro que quisiera por su forma tan particular de ser.
Sin embargo, él calló. No quizo seguir hablando con esa persona que tanto lo había hecho cambiar y que tanto lo había ayudado. No quería arruinar ese hermoso recuerdo que tenía sobre ella.

Mientras tanto, ella sufría. Había tomado una mala elección, quizás por celos o cobardía, no lo sabía. Pero esa personalidad un tanto impulsiva, la llevaba a cometer muchos errores.


Amigo: No bajes los brazos. Ella te ama. Lo sé, me lo confirmó.
Él: Ya déjala. Es otra de las tantas que se encuentran por ahí. Esas que copian las estúpidas reacciones de los hombres comunes. Ella es mujer. Y ellas tienen esa capacidad de amar al máximo, mucho más de lo que los hombres podamos imaginar. Y sé que no pudo cambiar tan rápido de parecer, pero esas actitudes...



Ella se contactó con su amigo, al no poder conectarse con su amado. Pidió que secretamente concretara una cita con él, pero sin su consentimiento. Pidió también que fuera un día especial.



Un día, que tan sólo se da una vez cada año, fue el día de la cita especial. Ella apareció para la sorpresa de él, quién miró a su mejor amigo con una mezcla de odio, amor y gracias. Era un día como hoy, un San Valentín. Ella llegó y se le declaró. Le pidió perdón y le sonrió.
Como era de esperar, él no pudo rechazarla. Después de todo, ella era su mayor debilidad.








Hoy como no era de menos, la historía debía terminar con final feliz.
Aunque yo aún no he pasado nunca un día como este acompañado, sé que algún día los disfrutaré.

miércoles, 20 de enero de 2010

El viaje

Era un nuevo año. Él tenía puestas todas sus fichas a que sería todo diferente. Acostumbrado a que todos los años sean malos pero con balanzas igualmente positivas, se había jurado que este año sería muy diferente, con mejores momentos, más vacaciones y menos lios. Llegado fin de año, analizaría todo como siempre y sacaría sus conclusiones...
Recordando su historia, él sólo había tenido unas pocas y simples novias y en el amor nunca nada le salía bien. Tipo pesimista y mal predispuesto a todo, lleno de tareas y obligaciones y poco placer.
Pero fueron esta vez unas vacaciones las que hicieron que él cambie y quiera ser otro. Nadie supo nunca por qué, ni qué hechos lo hicieron cambiar tan drásticamente, pero a simple vista se lo notaba como un desconocido.

Cuentan que era verano, más precisamente febrero. Días cálidos y llenos de sol, de vida, de naturaleza. Él había decidido irse solo, por cuestiones obvias (pensar, meditar, descansar), y nadie supo nada de él por largos días. Sólo los hechos contados por algún testigo y por él mismo, era todo lo que se pudo saber.
Todos los días, se levantaba bien tempranito, tomaba unos buenos mates amargos y salía a caminar por al lado de los ríos, entre las montañas, hasta tipo mediodía, horario en el cual volvía y preparaba algo para comer. Quizás salia de compras o tal vez, con simpleza, tomaba su teléfono y al rato comía comida comprada. Nada ni nadie le molestaba. El celular yacía apagado las 24 horas, y él no daba señales de vida alguna tampoco.
Las tardes estaban llenas de aire puro, fresco de las montañas y selvas y bosques de los alrededores. Los ruidos eran sólo naturaleza, los pájaros cantaban alegres y el paisaje parecía maravillarlo a cada paso. Sin embargo, no todo era color de rosas.
En ese viaje faltaba algo muy importante. Algo que él considera mágico, puro, real e imperfecto. Algo que el sabe cómo respetar e incluso sabe querer y amar. O por lo menos eso creía. Una mujer. Una chica con la cual compartir sus logros y hazañas, combatir sus miedos y alquien a quien querer. El problema radicaba en cómo. Aún no se permitía a sí mismo amar nuevamente por el miedo a entregarse y sufrir, porque el pasado así había sido y porque tal vez el futuro así lo quería.

Sin embargo, en ese viaje, algo cambió. Este chico se dejó llevar por la tentación, mas no por el amor, y tuvo un pequeño desliz de algo que se decía a sí mismo que estaba mal, besó a una nueva mujer. No acostumbrado a eso, sintió esa hermosa sensación de compañía por una tarde, y a su vuelta se sintió con ganas y deseos de más. Pero él parecía cambiado.
Su forma de ser, quizás también de pensar, ese descubrimiento de placer encontrado, esa energía, esa hermosa sensación de compañía... Todas cosas que rondaban en su cabeza sin pudor, que luchaban constantemente contra sí mismo y sus pensamientos internos de hacer las cosas bien; pero que le hacían muy bien. Pero se preguntaba, ¿estaba mal disfrutar? Aún seguía sin respuestas.


Él finalmente volvió a su ciudad natal. Se reencontró con su propia casa, sus amigos y familiares, pero nada era como antes. Era como si parte de él ya no quería estar en su lugar, sino que quería irse de ahí, necesitaba vivir en un lugar donde los problemas fueran menores y dónde pudiera disfrutar un poco más. Pero todo era complicado.




Lo que no se daba cuenta él, era que lo que había cambiado era su forma de pensar y de querer hacer cosas para disfrutar, pero lo cual era complicado por lo que su rutina diaria significaba, cargada de responsabilidades y deseos no cumplidos. Él necesitaba un cambio, y ciertas personas se estaban encargando de hacércelo notar inconscientemente con sus actos y dichos. Claro que él era responsable también porque interpretaba eso que quería interpretar. Sólo, según él, le faltaba controlar su energía, esa que siempre desea tener para no parar ni tropezar. Sólo bastaba seguir adelante. Todo mejoraba con el correr del tiempo. Y el año, había empezado como lo deseaba y anticipaba que sería. Igualmente, para él, siempre todo era insuficiente.

martes, 22 de diciembre de 2009

El hermoso sueño

Era una noche de las normales, de las que él solía tener. Solitarias, aburridas y para nada encantadoras. La salida había sido suspendida sin mucha antelación y le había quitado las ganas de todo. Él sólo quería llorar. Y para eso, se dispuso a mirar una película romántica que lo hiciera emocionar. Él tipo romántico y de llanto fácil, amaba esas películas que tanto lo hacían pensar y meditar. Y para esa noche, no estaba nada mal.
Sin embargo nada salió como lo planeado. El parlante había quedado prendido, al igual que el msn, y una conversación fue maximizada oportunamente con zumbido incluído. Ella era una nueva desconocida, de las tantas que se tienen por ahí en el messenger pero con quien nunca se habla. Lo curioso fue que él pese a tener planes ya organizados, se dispuso sin problema a hablar con la nueva chica, quien finalmente se dio a conocer y puso su mejor foto de perfil para conquistarlo.

Él, antes de tan temible interrupción, había estado pensando en la necesidad de estar con alguien. La soledad lo estaba matando de a poco, pero las desgracias eran más que las alegrías amorosas. Algunos decían que podía ser por falta de confianza, otras por no tener las ideas claras, pero en fin, en la realidad lo único que le importaba a él era que seguía solo. Igualmente, pese a todo, recién se estaba recomponiendo de su tiempo que se había tomado de no querer estar con abolutamente ninguna chica ni tener novedades de nada. Todo parecía estar dándose a propósito pero sin conocer al causante.

La noche fue pasando. Segundos, minutos y horas corrían sin parar. Media noche ya había sido marcada hacía rato. Ellos seguían conversando. Parecía como si ya se conocieran de antes. Las cosas en común ya eran de gran magnitud, y las ganas mutuas aumentanban sin cesar. Nada ni nadie parecía capaz de interrumpirlos. Era como si él se estuviera dando una nueva oportunidad.
Pero pese a todo lo bueno, él no podía dejar de recordar la mala experiencia pasada con la chica de la cual se había enamorado via chat y a la cual nunca había logrado conocer. Eso lo hacía todo más dificil y él sabía que no podía confiar un cien por cien con la extraña por ese gran problema que inundaba su mente. Pese a hacer reiterados esfuerzos, era imposible.
Las agujas del reloj corrían. Ellos, ambos, perturbados como nadie, yacían solos, cada uno en su respectivo escritorio en su propia casa, sin tener ninguna otra persona con la cual hablar. Pero no les importaba. Todo parecía ser color de rosas y en ambos ambientes se podían observar rasgos inequívocos de que algo captaba la atención del otro.

A partir de esa noche, todo cambió. Ambos comenzaron a hablar a diario y hasta los celulares vibraban sin cesar durante el día. Las sonrisas en sus caras, ya se tornaban normales y la buena onda era contagiada a todos sus allegados, aunque nadie entendía los motivos de tal actitud.

Un día llegó el tan ansiado momento de la verdad. Él, luego de infinidades insistencias de ella, había aceptado que se encontrasen en un bar para tomar algo, conocerse personalmente y de paso charlar un rato. Los dos días anteriores, estuvieron cargados de ilusión. De los nervios, a los dos todo le salía mal en sus casas y sus familiares ya empezaban a sospechar e indagarlos. La verdad, estaba pronta a llegar.

Ellos finalmente se vieron. Y todo fue como lo esperado. Parecía un cuento de hadas, donde los amados después de mucho tiempo se reencontraban. Ellos, luego de tomar algo, decidieron salir a caminar un rato. El día estaba nublado y el sol no quemaba demasiado.
La plaza se veía diferente para ellos. La iluminación extra en sus ojos, lo hacía todo especial. Sin más palabras que decir, lograron cerrar una etapa, la de conocerse, y empezar otra, la verdadera, real y mágica; sólo con un beso. Se podía notar un amor profundo.


Con los ojos abiertos, la luz encendida y una gran sonrisa en la cara, me sonreía mi madre cuando logré despertar. "Haz tenido un hermoso sueño," me aseguró.




Y es que eran las ganas, los deseos y los mayores anhelos de encontrar a esa persona especial que le cambiara la vida. Parecía desesperado, pero no actuba como tal. Era como si la vida lo estaba poniendo a prueba. La sensación de soledad ya se apoderaba de él como veneno que corre por sangre. Quería algo nuevo. Necesitaba ese amor que él sabía que estaba pronto a llegar. La felicidad y el optimismo comenzaban a notarse en días variados...

viernes, 11 de diciembre de 2009

La amiga de ella

Ella había decidido volver. Esa era su hipótesis. Pero no podía comprobarla hasta que algo realmente sucediera. Parecía algo increíble, más un sueño que la realidad. Él la extrañaba y aún no había podido olvidarla, pese a los largos años que habían ya pasado.
Al parecer, ella tampoco. Le había comentado a una amiga que lo conocía a él, quién había sido, e incluso de qué manera le había hecho muchísimo daño, incluyendo mentiras y cosas no sucedidas... Él no entendía qué era lo que sucedía, porque pues eso significaba que aún lo quería. ¿O se equivocaba? Y si así era, se preguntaba el por qué se había ido y desaparecido sin más, diciendo todo eso que dijo tan hiriente y sin pensar en las consecuencias, o tal vez a propósito. Otra vez al pobre muchacho le venía la confusión en la cabeza que alguna vez pensó que había podido superar.


Lo que él no sabía, era que con tantos fracasos amorosos, todas fueron olvidadas en algún punto, pero cuando alguna de esas grandes amadas vuelve, todo parece ser como el pasado, con los mismos deseos y sentimientos, pero en diferentes circustancias y con más ganas de no perder otra oportunidad. O esa, por lo menos, era la forma de ser de él.


...


Los días fueron pasando. Las conversaciones con "la amiga" ya se tornaban sospechosas. Él, ya comenzaba a pensar en una especie de doble persona, que la amiga era ella, hablando desde otro perfil totalmente inventado, o tal vez real, no lo sabía. A estas alturas ya dudaba del pasado, del presente y no confiaba demasiado en el futuro. Sin embargo, decidió seguir. No podía darse el lujo de tirar todo por la borda, sin siquiera aunque sea intentar en vano un acercamiento previo, una especie de encuentro, aunque sólo sea virtual, a él le bastaba. No toleraba la idea de estar hablando otra vez con esa persona que le había arruinado la vida durante años, pero la que también lo había ayudado a crecer muchísimo. Él sabía que le hacía mal, y la mente constantemente emitía gritos de dolor y de desesperación para que no siga adelante. Pero era el corazón el que tenía las riendas del asunto, y nada se podía hacer. Sólo esperar, sufrir, recordar, llorar, dejarse llevar por la tentanción ambiciosa cien por ciento lastimosa...

Constantemente él deseaba algo bueno, un sí que lo hiciera feliz. Pero todo se volvió completamente confuso para él que no se daba cuenta que en definitiva seguía hablando con la desconocida "amiga" de ella. Esta extraña, parecía estar enganchándose con él. Le tiraba besos virtuales, le decía que lo quería, que era una muy buena persona, que no merecía sufrir... Pero todo era un engaño y él no se daba cuenta de eso. Sólo le importaba sacar información mientras la otra, a su vez, se aprovechaba de su estado de ánimo para sólo sacar provecho propio y lograr su cometido.



Todo parecía ser un nuevo ciclo. Otra chica se estaba aprovechando de él, del pobre infeliz sin suerte en el amor, del buenudo y del que siempre está dispuesto a sufrir. Una nueva infelicidad salía de sus ojos, bajaba por sus mejillas y ya manchaba su cara.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Sin otra opción

La experiencia de no saber absolutamente nada, lo hacía aún más vulnerable. Era como un contra imán que él tenía para con ellas. Ninguna se atrevía a hacercarse, a encararlo. Y él mucho menos. Nunca le gusto eso de estar con cualquiera en cualquier lado. Lo de él era sólo un amor profundo, y siempre tenía a una sola chica muy especial en su corazón. Es por eso que no encajaba en el mundo de los adolescentes. Lo consideraban raro, anormal, incluso hasta lo trataban de bisexual de vez en cuando. Claro que para él no era facíl la vida que llevaba. Pero día a día intentaba sobrevivir y encontrar las cosas lindas que lo hagan sentirse bien. El ser perfecto, o querer siempre buscar la perfección, le jugaba en contra. Sus amigos, lo amaban o lo envidiaban. Sus amigas, sólo lo querían de diferentes formas, incluso siendo para alguna de ellas, como un hermano más. Acostumbrado a los malos tratos, a la carencia de oportunidades amorosas y a la torpeza de su cuerpo, sólo deseaba encontrar, hacía tiempo ya, a una persona indicada que le fuere correspondido y cumpliera con sus requisitos fundamentales de mujer. De más está decir, que los requisitos mínimos pedidos superaban ampliamente a una chica común y corriente que se encontraba en cualquier lado y eso lo hacía aún más difícil. Nada pasaba por lo material, tampoco la belleza lo era todo. Simplemente la esencia, la parte interior, el carácter y la contradictoriedad eran factores fundamentales.

No hacía mucho tiempo, un día como cualquier otro, una persona con alguna que otra característica deseada, por no decir una mujer perfecta frente a sus ojos, había aparecido y conquistado su noble corazón. Ella era un amor nuevo, que sustituía al anterior, pero del cual estaba convencido que no tendría éxito. Tanto dudaba de sí mismo que los factores siempre le eran totalemente adversos. Y este no sería la excepción. Aunque había estado cerca, y hasta incluso se había jugado como muy pocas veces lo había hecho, no tuvo el éxito final deseado.
Los fracasos, por sólo enumerarlos, ya llegaban a los tres o cuatro de forma consecutiva. Y parecía que nada lo iba a poder sacar del estado totalmente depresivo que tenía.
Ni el basquet, ni los sucesivos éxitos escolares, tampoco los grandiosos días laborales, ni sus hermosas tardes con amigos. Nada borraba su inmensa amargura y tristeza interior. Tampoco podía explicar ese vacío y ese odio a sí mismo, a la vida, a las circustancias adversas, ni mucho menos echar culpas a alguien.

Sin embargo, siempre confiaba en que todo mejoraría. Escribía frases propias esperanzadoras que lo hicieran seguir adelante. Leía cosas y cuentos para superarse, para no caer. Pero no pedía ayuda alguna. Cabe destacar que siempre se sintió que nadie lo entendía. Su forma de pensar era muy avanzada respecto al promedio de su edad y eso era algo difícil de manejar.


Él, ese gran chico, se autodesignaba como DIFERENTE. Esa persona, aún soñaba con la felicidad. Algún día, estaba totalmente convencido que la conseguiría. Lo único que más deseaba, era que al alcanzar las metas por las que luchaba diariamente, dieran sus frutos en sus respectivos momentos y rogaba para no pasarlas desapercibidas, como una simple cosa más.
Mientras tanto, sólo podía escribir, descargarse, y ocultarse. No tenía otra opción.

miércoles, 14 de octubre de 2009

El viaje inolvidable

Ellos eran dos seres extraños del mismo mundo, lugar y localidad. Eran dos personas muy ditintas, totalmente opuestas. Nada durante los años anteriormente vividos los había juntado ni hecho estar juntos. Ella era una chica común y de barrio. Era una de esas mujeres codiciadas, que todos deseaban tener. Su encanto era irresistible y su temperamento, humor y carácter, eran de lo más temible que podía haber. Sus caprichos, eran cumplidos; sus deseos, otorgados; sus fantasías, hechas realidad. Chica mal acotumbrada y demasiado extrovertida.
Pero un día como cualquier otro, mientras ella se encaminaba a su único primer viaje en grupo de vacaciones, lo conoció a él, tipo carismático, buena onda y tranquilo. Quizás fueron pocos instantes, una fugaz y única mirada de complicidad, pero ambos quedaron estupefactos frente al otro, sin siquiera poder decirse un "Hola, ¿como estas?" El destino, la casualidad, el deseo, quizás también la tentación, habían cumplido y unido a ellos en un camino que pronto encontraría el retorno, basado en discusiones, malos tratos y demasiadas diferencias y gustos insostenibles.

Durante el viaje, ellos se conocieron. Hablaron largo rato. Para ambos, cada uno de ellos, el otro era una persona perfecta. No hacía falta nada más que una simple mirada desde lejos para darse cuenta de lo que a ambos le pasaba.

Él, chico introvertido, sociable, estudioso, educado y soñador, ansiaba simplemente darle un beso. Las noches eran interminables y los pensamientos no dejaban descansar. Pero le faltaba coraje y voluntad propia para hacercarse un poco más.

Los días pasaron. El viaje tuvo su fin. Él, arrepentido consigo mismo, y ella, un poco, tal vez mucho, desilucionada, volvieron cada uno a su vida particular, llena de aburridas rutinas y desolaciones particulares, pero no sin antes pasarse aunque sea un simple número de teléfono.

Para ella, él no era nadie especial depués del viaje. O eso creía. Pensaba que era sólo uno más del montón, pero uno al cual no había podido besar pese a haber utilizado sus mejores técnicas de seducción y entregarse sin miedo alguno hacia el nuevo extraño. En definitiva, ella estaba acostumbrada.
Pero para él, ella había representado un nuevo amor. Una nueva mujer que reemplazaba a sus tan temibles pensamientos sobre su mujer anterior que hacía años había desaparecido. Las secuelas de tanto dolor y sufrimiento no tardarían en llegar, frente a la indesición y falta de concretación de ella.

Los días pasaron. Ellos seguían sin verse a diario, sin besarse, y ella seguía sin reconocer eso que llevaba muy adentro. Los llamados ya se tornaban frecuentes y los deseos aumentaban en cada oportunidad. Pero nada era claro para él que no la entendía frente a tantos cambios bipolares y ese carácter incomprensible que lo hacían confundir. La relación llegó a su fin luego de un nuevo "no se" de ella frente a una reiterada declaración de amor por parte de él.



El tiempo pasó. Durante el lapso de separación, ellos habían tenido otros amores, pero ninguno como el que sentían muy adentro en su interior. Él, desepcionado, se había propuesto olvidarla. Para un chico que vivía poniéndose metas, no debería ser difícil. Pero se topó con la realidad. El corazón no le obedecía. Ella, en cambio, decía que había vuelto a enamorarse de otro chico, que era feliz. Pero no tardó en volver a comunicarse con él, luego de sentirse sóla por haber sido abandonada y olvidada.

Ahora todo era como que quería recomenzar. Incluso un llamado, había producido un cambio en él, que con tan sólo ese simple acto, y al escuchar su voz depués de mucho tiempo, nuevamente estaba dispuesto a jugarse por ella. Aunque era conciente que no se lo merecía, a su corazón era a quien obedecía. No tenía opción alguna, si no que era sufrir o sufrir. No era su culpa que todo se diera así. Aunque lejos de determinar y saber qué era lo que ella exactamente buscaba, no le importaba en absoluto.



Será cuestión de tiempo, de esperar y estar al tanto de qué es lo que a estas dos personas le sucede. El reencuentro, el sí, el no. De maduro caía que él, con o sin ella, estaba destinado a sufrir. Era un santo en comparación a ella, y su amor era puro y verdadero. Por algo siempre había tenido malas experiencias y era tratado como un estúpido.
Aunque ya nada valía la pena, él decidió esperar, pese a que no era lo que le convenía ni le hacía bien en ese entonces.

martes, 6 de octubre de 2009

Lo Prometido llego!

Bueno, acabo depublicar, justo debajo de esta entrada, el cuento que había prometido que publicaría. Como les adelanté, es largo, pero recién me lo he vuelto a leer, y la verdad quehasta yo quedo fascinado.
Espero que les guste mucho y que logren conectarse y sentir el cuanto tal cual cuando yo lo escribi.
Sin más que decir, me despido.
Muchas gracias :)
Martín

El Único Sueño

Todos pasamos alguna vez por las mismas cosas. De una u otra manera amamos, sufrimos, vivimos, existimos y morimos. El ciclo es inevitable y todos quedamos atrapados en él durante poco o mucho tiempo; eso no importa.



“Los sueños son algo maravilloso”, solía decir mi madre. “Son únicos, placenteros o terroríficos, largos o cortos, imaginables o no. Pero ellos son nosotros mismos. No existe nadie que no sueñe. Pocos tienen el privilegio de acordárselos, dichosos sean ellos, y pobres los que no lo logran.” En fin, era lo único que siempre me había atemorizado de mi madre. Ella siempre me fantaseaba con lo mismo, me obligaba día a día a contarle mis pesadillas de las noches y me hacía a un lado cuando tristemente le contestaba que no podía recordarlos. Nunca fui bueno para eso, y siempre me sentí mal.
Sin embargo, ella me explicaría al finalizar, lo que yo en mi vida soñada llena de otros sueños inventados, no había podido explicarme a mi mismo. En ellos se había despertado mi temor a que ni ella pudiera responderme mis propios enigmas. Pero siempre confié en que fuera mi madre, la única que tuviera las respuestas a todas mis preguntas; y así fue.
Ahora que ya estoy viejo, me veo reflejado en muchos lugares y sitios que nunca recorrí y me sorprendo; los admiro, y admiro notablemente a mi mente, y a mi madre, la cual me enseñó la verdad de aquel primer y único sueño.


Mis años de infancia no fueron para nada agradables. Con un padre que me dejó cuando yo cumplía recién mis 12 años y una madre medio enloquecida, cada vez que pisaba mi casa, sufría. No podía juzgarla a ella; tampoco a él. Cada uno hacía lo que podía en esos tiempos donde todo andaba mal y se intentaba sobrevivir de cualquier manera. Pero lo cierto es que durante mi adolescencia me sentí siempre vacío. Lleno de secretos ocultos, de sentimientos desencontrados y rotos, de amores no correspondidos y de amigos invisibles. Mi mal humor en todos lados, mis pocas ganas de vivir, mi manera de sacar hacia fuera todo lo que sentía; era algo que me hacía verme como un pesimista frente a toda persona que interactuaba conmigo.
Imaginaba cosas, acontecimientos y lugares. Recuerdo bien un día, más precisamente una noche. Me encontraba en un camino al cual no le veía un fin, todo estaba oscuro y la noche llena de neblina me envolvía con su manto invisible. No había nada que podía hacer. Durante un tiempo finito, había caminado sin rumbo alguno, por ese camino que no entendía a dónde me conducía. Había superado pequeños, tal vez también grandes obstáculos, pero aún no lograba entender el significado. Estaba solo, nadie se encontraba a mi lado, nadie respondía frente a mis gritos. Pensaba en algo que no recuerdo y recuerdo haberme sentido agotado. Sentí, en ese entonces, que debía descansar un rato. Tal vez eso me iba a ayudar a esclarecer un poco todo. Pero, ni bien había logrado cerrar los ojos, recuerdo que fue ahí cuando había despertado.
Pese a todo, ir al colegio me encantaba. Siempre fui un amante de la lectura, pasaba horas y horas frente a esos increíbles escritos de los más grandes escritores que me llevaban a un lugar donde, con la realidad que yo tenía, no podía acceder. A diario interactuaba durante los recreos con mis profesores acerca de temas para los cuales yo era chico para hablar, de temas que encontraba en esos hermosos libros que no entendía. Algunos de mis educadores me animaban, pero otros, sentía que siempre se alejaban de mí. Pero poco a poco, sólo uno de ellos, tal vez el que más recuerdos me dejó, produjo un gran cambio en mí cuando me desafió a escribir. Recuerdo sus palabras como si fuera algo que yo nunca quise olvidar: “Tú tienes mucho potencial. Anímate a escribir; verás como las puertas se te abren hacia un mundo aún más grandioso que el que ya conoces. Te ayudará.” Mitad había entendido, mitad no había logrado saber de qué me hablaba. Pero me había convencido, quizás por el simple deseo, o tal vez por curiosidad; nunca lo supe.

Ahora, ya de grande, quizás entrando en la edad de anciano, recuerdo mis primeras líneas, poco gratas y nada placenteras. No tenía comparación frente a lo que leía. Pero algo me animaba a seguir. Dentro de mí se estaba produciendo un cambio. Ya podía empezar a sonreír a la gente, mis cosas y pensamientos quedaban tan sólo escritos y yo empecé a estar diferente frente al resto. No entendía si estaba bien o estaba mal, pero empecé a ser un poco más cerrado, ya no me gustaba que todo el mundo supiera de mí, sino sólo aquel que le interesaba realmente cómo estaba. Empecé a conocer con el tiempo a gente que se parecía a mí. Gente común y corriente que también escribía, que también se volcaba en esto tan impresionante, en este mundo distinto que se salía de la realidad. Era algo parecido a los sueños.
En poco tiempo había podido escribir muchos textos. Basado en mi profesor, en mis angustias, mis malas pasadas, problemas internos y en un par de escritores; las pocas personas que me leían decía que escribía bien. Yo nunca realmente lo sentí así. Es que siempre eran cosas cortas, de vez en cuando un pequeño cuento, pero nada más. Pero me animaban a continuar y soñaba yo con que ya era un escritor o tal vez que muy pronto lo sería. Escribía lo suficiente como para sentirme bien conmigo mismo, que no era poco. Eso era lo único que anhelaba en esos tiempos.

Años habían pasado ya desde mi primera publicación, que aunque no había batido récords en ventas, estaba considerablemente bien visto por la prensa. Estaba satisfecho conmigo mismo. Pude sentir mi grado de satisfacción y aún el superior de mi tan querida profesora a la cual le había brindado un pequeño homenaje. Era un libro lleno de pequeños cuentos que había podido crear con situaciones casi basadas de mi realidad; pequeños fragmentos de vida. Felicitaciones me llegaban de muchos conocidos, de esos que siempre están sólo en las buenas para ver si sacan algún provecho.
De ahí en más, mi hobbie, tal vez obligación, fue escribir. Comencé a estudiar en algunos ratos libres también para perfeccionarme. Sentía mi vida llena de esperanza, escribir era mi traspaso de la realidad a los sueños, era mi desconexión de la vida real; algo impensable que creía estar logrando transmitir a mucha gente a través de mis publicaciones.
En el medio, me casé con mi hermosa mujer. Tuve una hija, a la cual tuve oportunidad de dedicarle un cuento especial en mi última publicación. Era común en mí, para ese entonces, hacer mención de familiares, amigos y conocidos en todos mis cuentos.
A mi vida la sentía llena de alegría, de ganas de vivir. Debo confesar que ése había sido mi sueño tan único y real desde que era muy pero muy chiquito; lo estaba cumpliendo.


Me levanté de la mesa del comedor. Quería descansar un rato antes de seguir escribiendo. Junto a mi bastón caminé hacia fuera y miré hacia el cielo, impresionándome por la gran cantidad de estrellas que brillaban en la noche. La luna redonda no dejaba de brillar y sobresaltar en la larga e infinita oscuridad. Luego de quedar contemplando aquella vista inolvidable durante varios minutos que parecieron horas, fui al microondas y tomé mi taza de mate cocido infaltable en mis largos ratos de larga escritura. Luego volví a sentarme en mi sillón favorito y me vi en la obligación de continuar con mi relato, después de todo, las ideas revoloteaban en mi mente y sólo faltaba volcarlas en el papel.


Sin embargo había algo que ni pensándolo, ni escribiéndolo, había podido dejar de lado. Los años habían pasado, y no lo olvidaba. Y eso que esa noche la viví hace mucho, muchísimo tiempo. Encontrar el significado de tan tremenda cosa no pude nunca, y aún me reprocho. Sin poder ni querer pedir ayuda alguna, el no saber que hacer, el no poder descifrarlo me tuvo pensativo largos años hasta mi resignación. Después de ese gran sueño, habían llegado muchísimos más. Pero siempre fueron las primeras cosas las que marcaron mi vida, y fue ese el único sueño que me había dejado sin palabras, sin respuestas.
Sólo recuerdo, quizás algún día, en el cual yo estaba mirando el techo recostado sobre mi cama, solitario. Recuerdo que ahí, en ese momento de reflexión, había comprendido lo que mi madre siempre decía. Me había conectado conmigo mismo en ese primer gran sueño propio; pero no entendía nada más. El camino, la noche oscura y los obstáculos me daban vuelta constantemente. A mi madre ya difunta no podía preguntarle, era imposible. Pero la figura de ella sonriendo que imaginaba en mi mente al yo contarle que recordaba un sueño, mi primer sueño, ver su cara de orgullo; eso me hizo seguir adelante.
Pensaba que de ahí en más otros sueños iba a poder conciliar; pero el tiempo me había demostrado y seguía demostrándome que no.

En un día como cualquiera de todos, el cual no pensaba que iba a ser tan diferente, me encontré envuelto en un extraño sentimiento. Me vi reflejado en el espejo como un hombre sin vida; me sentí vacío. Durante ese día no hice más que mi rutina habitual, pero con mi cabeza fuera de mí. Decidido a no volver a mi casa, salido del trabajo decidí ir a tomar algo a un restaurante conocido al cual acudía siempre. Bien entrada la noche, no me quedo opción que ir a descansar, y aunque no quisiese, tuve que volver a mí único lugar, mi casa. Lo curioso tal vez fue que no pude dormir. Otra vez comenzaban a repetirse los días de insomnio, sentado en el sillón mirando las cosas olvidadas en la televisión. Y también recordando esas cosas que nunca era bueno recordar, lloraba solitario sin nadie que me consolara. Eran signos claros que extrañaba a mi difunta esposa, a mi difunta madre y que reflejaba mi triste realidad de haber quedado solo. Pero por suerte, al rato, todo lo escribía y podía pegar un ojo un par de horas, y ya para el día siguiente, todo había pasado. Eso era algo que no cambiaba en mí.


A esta, mi edad, sin nada que perder ni ganar, me la paso pensando y escribiendo, como ahora, este relato que será como uno más, tal vez el broche final para mi gran última obra a punto de ser publicada.
Me veo en la gloria. Sabía que tarde, pero seguro, me llegaría la fama que siempre quise. Sé que este libro será de los mejores de la época. Me siento confiado y seguro. Y tal vez será mi hija, la que orgullosa lo llevará a la editorial, porque a mi ya no me quedan ánimos ni fuerzas para hacerlo. Confío en su capacidad para ordenar mis ideas plasmadas aquí, completarlas y hacer de este cuento mi verdadera autobiografía.
Lentamente puedo observar, como todo se desvanece a mi alrededor. Serán mis últimas palabras, éstas que logré escribir. Mi fin llegó.


Para entonces, todo me pareció que había sucedido como una ráfaga. Y aún sin reconocer donde me encontraba, me había despertado envuelto en brazos de mi madre, quién intentaba tranquilizarme con una sonrisa. Al fin y al cabo, ella me conocía y ya había entendido que era lo que me había pasado; fue la primera vez que la notaba orgullosa.

viernes, 2 de octubre de 2009

La elección

Él estaba indeciso, pero seguro a la vez. Él quería eso que no quería aceptar que quería y estar con ella pero sin arriegarse a hablar sabiendo que un no, una confusión, y una terminación de amistad, podría llegar a concretarse. Ella, chica que desde afuera se la veía como indecisa, era romántica, inteligente, mandona y mal hablada.
Había muchas cosas que a él no le gustaban de ella, pero físicamente era hermosa. Él sentía que estaba cada día más cerca de enamorarse, que de tenerla consigo. Verla, le hacía mal. Escucharla, abrazarla y hablar con ella, le hacía aún peor.
Ellos eran dos desconocidos de la vida hacía un tiempo atrás. Un simple pensamiento y una débil atracción los había unido. Gracias a las indesiciones y a las confusiones, volvieron a verse varias veces más.
Salieron a pasear, fueron en grupo a distintos lugares, y siempre se divirtieron. Ella mostraba signos inequíbocos para varios de sus amigos de que algo le atraía, pero algunas actitudes lo hacían dudar a él, que tan sólo la quería para sí mismo con desesperación.

El tiempo pasaba. Otras chicas él seguía conociendo en muchos lugares, tenía una abanico 100% seguro de estar con alguna otra que quisiese; pero no. Su "ex" también había vuelto decidida a decirle que estaba nuevamente soltera, dispuesta a intentar otra vez, pero sin decirlo. Era una atracción a la cual se le hacía difícil poder escapar.

Los estudios lo mantenían ocupado. Sus pensamientos intentaban volverlo loco, pero él no lo permitía. Libros, amigos psicólogos, todas cosas que no lo dejaban caer. Sacarla a ella de la cabeza, ya se volvía imposible, y hasta pequeñas lágrimas no se podían ocultar. Tenía miedo, pero ya no dudas. La seguridad corría y aumentaba día tras día y no tenerla le producía un vacío considerable de temer.


Él ya estaba decidido. La semana próxima arreglaría y crearía la ocasión. No podía seguir así. Prediciendo obviamente un sí como respuesta, él estaba seguro que la semana siguiente estaría contando otra historia, esta vez feliz. Ya se lo imaginaba, y una sonrisa ya se le dibujaba en la cara.

lunes, 28 de septiembre de 2009

La vuelta de ella

Había pasado un tiempo relativamente largo para él, pero quizás muy corto para ella que estaba en una simple compañia sólo para no sentirse sola del todo, cuando ella decidió otra vez volver. Estaba claro que volvía a estar soltera y otra vez iba en busca de otro pobre iluso que intentara en vano conquistar su corazón de piedra liviana.
Ellos, ambos, habían decidido dejar esa partida interminable como estaba, pero ahora fue ella la que con un gran movimiento hacia atrás, parecía dejarle el partido en sus manos a él, para cuando regresara, para que finalmente le ganase. Pero él, chico inteligente, de corazón sufrido y con otras metas en la cabeza, no quería aparecer, sabiendo de antemano que ella haría un movimiento estratégico algún día inesperado.
Pese a todo, seguía siendo el pobre iluso que día a día esperaba tener noticias de ella, y era ahora cuando tuvo que empezar a luchar aún más para no caer en la tentación, sumado a su desesperación, de tirarse a sus pies sin pedir nada a cambio. Parecía como si una palabra de ella a la distancia ya era suficiente como para que su capacidad de razonar quedara invalidada por esa magia invisible soltada por ella.

La situación, sin embargo, esta vez era un algo un poco diferente. Él era el que estaba cansado, perdido y sin rumbo. Pero algo encaminado a querer salir con otra chica y con su primer experiencia a cuestas, que lo hacía aún mas fuerte y más pesimista sabiendo que también le había salido mal.
Por este motivo se encontraba confundido. Se hacía el desentendido frente a la mirada desesperada de ella en la partida, que sentía que había entregado mucho con ese movimiento que aún no tenía respuesta. Era consciente de que las cosas habían cambiado, pero no quería que así fuesen. No le gustaba que la dejen a la expectativa.
Sin embargo, como él la conocía, sabía que era lo mejor y hasta no aclarar las cosas, no haría nada en vano. Él seguía pensando que ella otra vez jugaba y los comentarios que le habían llegado no eran del todo alentadores. Para él era claro que no sólo lo buscaba a él, sino a unos cuantos más a la vez.
Pese a que esa afirmación estaba totalmente llena de incertidumbre y basada en hipótesis casi netamente dudosas y no comprobadas, prefirió pensar eso, quizás como una nueva excusa para estirar aún más lo que no quería que nunca terminase.

A fin de cuentas, el que saldría perdiendo sería otra vez él y no era justamente lo que necesitaba en este momento de su vida.



La situación así quedó y otra vez con un continuará. Con suerte algún día esta historia tendrá un final feliz o un triste final. Nadie lo sabe. Siquiera ellos dos, quienes ahora se miran con gestos de desesperación y caras largas. Pero la verdad estaba sobre la mesa: y esa seguía siendo la indesición y la falta de compromiso.





Disculpen que les debo el cuento que anuncié el otro día. La circunstancias me obligan a postear este otro que acabo de escribir.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Hola!

Bueno, sé que ando muy desaparecido. ¿Para qué negarlo?
Hoy les va a hablar Martín en persona y no un característico personaje principal de un cuento semi ficticio, de experiencias personales, real e irreal a la vez; lleno de preguntas sin respuesta y de imaginaciones románticas y tristes.
Sé que es una falta de respeto para todos ustedes, y sobre todo para aquellos que me siguen me leen y que me pidieron que vuelva a escribir, a postear un cuento nuevo.
Gracias a momentos no gratos vividos, a experiencias personales satifactorias, al tiempo de vacaciones, al comienzo de la universidad y su exigencia, se me ha vuelto un poco complicado escribir, encontrar tiempos para hacerlo y sobre todo encontrar a mi inspiración desaparecida que no logré reencontrar. Algo quitó esas ganas y quiero recuperarlas.
Pero, sin embargo, sigo maravillandome (y es algo que me encanta y me hace re bien) con los escritos que ustedes dejan en sus glogs, que son uno mejor que otros.


Hoy escribo esto, a modo también de presentarme. De decir acá estoy, no desaparecí.
En estos días venideros prometo postear un cuento que realmente me gustó mucho y lo considero de los mejores que he echo. Largo si, pero que vale la pena leer. Considero que realmente vale la pena. No tiene mucho que ver (o quizás si) con los que los tengo acostumbrados a leer, pero espero que se logre entender. Espero que puedan disfrutarlo tanto o más que cuando yo lo escribí.

Sin mucho más que decir, otra vez agradecerles a todos, y estaremos en contacto en breve, en unos simples y cortos días.

lunes, 3 de agosto de 2009

La chica equibocada

Él creía que sería un día normal. Uno como cualquiera de los otros. Otro viernes más, de salir a la noche, de disfrutar, de bailar, reirse y pasarla bien. Pero se equivocaba...

Había elegido salir al mismo lugar de siempre, dónde iban sus amigos, dónde siempre la pasaba de maravillas, dónde la música era buenísima y las pistas de bailes se podían elegir entre varias que había. Temprano como siempre, para la hora de apertura, él, juntos a casi todos sus amigos, hacían la cola para entrar. Tirando un comentario como chiste, habían apostado a que uno de ellos se llevaría una grata sorpresa, conociendo a una chica que realmente valiera la pena; de hecho, ellos, todos, estaba solteros hacía tiempo largo.
La noche se desarrollaba con normalidad, hasta que ella llegó. Era una rubia, flaca, alta, de pelo lacio y ojos verdes. Parecía una mujer ideal para un hombre que la mereciera. Sin dudarlo ni pensarlo dos veces, él salió a su encuentro. La invitaría a bailar, quizás a tomar algo y depués.. No le importaba el después.
Las cosas se dieron de buena manera. Ellos pudieron conversar, tomar un trago, y hasta incluso, darse un beso que para su mente duró más que un simple instante. Él parecía estar perdidademente enamorado de ella. Luego de un rato largo sin poder hacer nada más, quedaron en encontrarse a la siguiente noche en otro boliche. Parecía que ella también era de mucho salir. Amaba la noche y los boliches.

Él, esperó el día seguiente con ansias. Casi no había podido dormir de los nervios. No entendía que le pasaba. En cambio ella, no tenía nada de qué preocuparse. Era un pibe más en su vida. Siquiera tenía pensado ir esa noche a ese boliche. De echo, no le importaba demasiado.
Convencido de que todo le iba a salir como lo planeado, él se preparó de la mejor manera y más rápido que nunca. Había estado loco toda la tarde y la incertidumbre, la ansiedad y las ganas lo hacían exaltarse. Esa noche se había jurado no fallar. La invitaría a salir otro día a solas en un ambiente más favorable para hablar y conocerla más.
Pero todo fue en vano. Esa noche ella no acudió como había prometido, y él pensó que había pasado la peor noche de su vida; aunque claro que no sabía lo que le avecinaba.

Durante la semana entera, se quedó pensando en ella. En su forma de ser, su mirada, su cara y su cuerpo. No podía no volver a verla, la necesitaba. Como nunca había creído en el amor a primera vista, no lo entendía.
Otros findes pasaron. Él salía sólo para intentar encontrar a ella, mientras que ella no hacía más que salir a otros lugares lejanos para no cruzarlo. Parecía todo una triste historia de amor. Ella no se animaría a verlo nuevamente a la cara.

Un par de meses pasaron. El destino los unió nuevamente. El boliche de la desgracia fue el mismo que el de la primera ocasión. La única diferencia, era sólo de tiempo, de meses. Ella lo quizo esquivar, pero él fue astuto y no la dejó escapar. Luego de pocas palabras, largos besos y unos tragos que hicieron que ambos se olvidasen todo al día siguiente, ella le pasó su celular y su cuenta de msn. Al fin y al cabo, no quería reconocer que ella también se estaba enganchando de a poquito.

...

Nuevamente todo había sido en vano. Otro mes había pasado. Ella no se conectaba, no respondía sus mail ni su celular, que siempre daba como un cliente fuera de servicio. Parecía a propósito. Pero él se negaba a aceptar la realidad de que todos sus datos eran falsos.

Otro día, quizás gracias al destino, tal vez a la casualidad, quién sabe, ellos se volvieron a cruzar. Pero esta vez, había sido en una plaza, ambos haciendo diversas compras para sus padres. El día del Padre se acercaba y ninguno se podía dar el lujo de no regalarle nada a uno de los dos seres que los habían traído al mundo.
No faltó la oportunidad de sentarse a hablar, de aclarar la situación y de realizar las respectivas compras juntos. Él conoció sus gustos y se dio cuenta de que eran bastantes parecidos a los suyos. Ella conoció un poco más la hermosura de su interior y comenzó a sentirse atraída. Si era la última vez que se veían, ambos querían pasarla bien, y cerraron su gran tarde con un gran beso que prontamente, sin saberlo, quedaría en el olvido.

Ella se había disculpado por su desconfianza y de dar sus datos falsos, pero que tenía prohibido entregar los verdaderos en la primera cita. Él, tan sólo la perdonó sin más, sin importar todo lo que hasta el momento había sufrido. Ambos confiaban en que en una de esas noches ellos se encontrarían nuevamente en su boliche preferido: el mismo en el cual se habían visto por primera vez.




Y hoy cuento la historia. De este chico que se quedó con el corazón partido, esperando a ella que nunca volvería. Su vida estaba bien sin él, y no se la complicaría. Su ex había vuelto y ella no había podido poner resistencia alguna y había cedido y hasta perdonado la infidelidad del otro. Ella no era una chica de complicaciones. No se arriesgaría teniendo algo más seguro mucho más cerca y al alcance de su mano.
Él, había quedado lamentablemente enganchado. Las charlas que con ella había tenido vía chat, le habían podido conquistar el corazón. Pese a que nunca se había dado por vencido, nada podía hacer: ella ya no se conectaba más. Sólo añoraba su pasado. Releía su historial de conversaciones, todos los mensajes que le mandaba y sólo lloraba en silencio.

El tiempo había pasado. Aún dos años no eran suficientes para el olvido. Y él se preguntaba diariamente en qué había fallado. Se preguntaba, qué había hecho mal. Se preguntaba sobre el por qué de tanto sufrimiento. Pero lo que él no entendía, era que ella había sido una más de las tantas jóvenes que provocaban noche a noche sin motivo alguno y sólo para conseguir a chicos tontos como él, que la quisieran en serio; de esa manera, se aseguraba un juguete nuevo y distinto a todo lugar que fuera. Tardaría mucho en cambiar.

martes, 28 de julio de 2009

El riesgo

Él tenía una chica con la cual estaba saliendo. Hace mucho o poco tiempo, eso no importaba. Convencido un poco más que a medias, comenzó su relación, queriendo de alguna manera olvidar completamente a su gran amor pasado y a su anterior inmediato; con los cuales nunca había tenido oportunidad de estar. No sabía si hacía lo correcto, pero se sentía algo atraído por ella y además pasaba siempre muy lindos momentos con su compañía. Ninguno de los dos, sabía besar. Para ambos era su primera vez de salir con alguien, y estaba bueno eso de aprender juntos todo.
Ella no era su chica del todo ideal físicamente. Interiormente, era genial. Se preguntaba constantemente si valía más lo físico que lo interior, y escuchaba consejos de sus allegados que optaban por la segunda opción como mejor cualidad. Pero él, no terminaba de convencerse completamente...
Ella se estaba enamorando ya. Cada día era una nueva experiencia, un nuevo día lleno de alegría y sonrisas en la cara. Él sentía que estaba bien acompañado, con una dama que merecía luego de sus tantos sufrimientos anteriores.

Sin embargo, él recordaba. Había casi logrado sacarse completamente de su cabeza a su gran amor, borrando sus mensajes, ignorando sus fotos y no prestándole atención a sus anteriores escritos dedicados a ella. Pero no podía dejar de extrañar diariamente a su ex, por quien aún sentía mucho cariño. Un día no aguantó más y tuvo necesidad de verla. Ella estaba con otro, al cual no quería realmente, pero se seguía negando a estar con él, con quien no quería arruinar su relación tan bella de amistad, aunque no podía negar que no lo quería como algo más que eso.
Pese a sus terribles insisntecias, él no logró quitarle ese beso desesperado que tanto había necesitado y había ido a buscar para sentirse mejor. También mintió al decirse que estaba solo aún esperándola...
Él nada comentó al respecto a su novia, pero temía que tarde o temprano ella se enterase a través de alguien o por una metida de pata suya; sin embargo, no dudó en seguir con la relación.


Tiempo pasó. Tal vez en el medio hubo discusiones, peleas, desencuentros y otros problemas normales de pareja, pero ambos decidieron, por su bien, seguir juntos. Al fin y al cabo, ellos se habían enamorado mutuamente, y ella pese a saber toda la verdad de lo ocurrido en el pasado, había decidido perdonarlo y darle una segunda oportunidad. Si hizo bien o hizo mal, el tiempo futuro lo decidiría. Pero prefirió arriegarse antes que perderlo de entrada y sin intentarlo siquiera...

El cambio...

Esta no es una historia cualquiera. No, no para él. Él era una persona común y corriente. Un chico estudiante, un ejemplo de persona. Muchas veces había escuchado cosas hacerca del amor, había escuchado hablar, comentar, aconsejar; pero nunca había vivido una grata experiencia. Era un chico adolescente, que con sus 20 años había perdido a un par de grandes amores que lo habían dejado con el corazón roto por unos cuantos años, lo habían hecho perder la magia del amor, dejar de creer. Su timidez se hacía notar. Lo más lejos de los chicos que estaba, mejor para él. No se podía aguantar esas cargadas tan traumáticas que lo hacían poner loco enseguida. En cambio, las chicas, eran las únicas personas que sabían entenderlo en cierta manera. No le fue fácil nada en la vida. Había sufrido la muerte de un ser querido y todo era tristeza absoluta. Lleno de falsas esperanzas, vacíos emocionales, carente de sueños y cosas por realizar, no encontraba rumbo a su vida. Sentimientos cruzados, ganas de suicidio, de perdelo todo. Él creía que la vida era injusta. Que él era un estúpido. Que ni uno de sus amigos lo podía entender. Creía estar solo. Sus pensamientos contraproducentes dentro de su cabeza, lo volvían con el correr de los días, un hombre cada vez más pesimista. Hacía caso omiso a las palabras que le decían y los consejos se perdían de la misma manera que llegaban... Él tenía miedo de que su vida así quedase por siempre, sin solución sin cosas buenas. Nadie sabía cuánto más duraría vivo, ni si sus síntomas traumáticos lo iban a jackear de un momento a otro.

Un día como cualquier otro, intentando salir a toda costa, decidió empezar la universidad, encontró un trabajo, y poco a poco comenzó a sentirse activo. Una simple y bella mujer, ya lo había observado.

Tal vez, en días futuro no tan lejanos, todo comenzaría a cambiar...



Quizás de eso se trate la vida. De nunca darse por vencido, de luchar y luchar. De pedir ayuda, de saber escuchar. De no resignarse. Uno nunca debe dejar de lado sus sueños, es una de las pocas cosas que nos hacen vivir. No se puede perder amigos, es el pecado más grande que tiene la vida. Y uno nunca debe olvidar, que de nuestra mente depende TODO.

lunes, 27 de julio de 2009

El mismo sueño

Hacía tiempo que estaba esperándolo. Ansiaba mucho esos momentos que ahora vivía. Había estado pensando durante días y noches enteras sobre aquel príncipe, para ella, azul, que no la dejaba dormir, ni estar bien, y que la obligaba a sentirse llena de verguenza y sentirse rara cuando estaba con él. Obviamente que el tartamudeo era otro indicio de obviedad. Él se hacía el que no se daba cuenta de nada, o al menos eso era lo que imaginaba ella, por lo que seguían mateniendo siempre una distancia considerable.
Ella se sentía culpable de algo que es imposible de manejar. Él se hacía el desentendido por miedo al compromiso, por no saber arriesgarse por lo que realmente quiere. Ambos sufrían, y lloraban a escondidas por el otro; sin ser capaces ni atreverse a decírselo a nadie, mucho menos a su amor platónico. Días pasaron. El invierno ya se alejaba, dando lugar al florecimiento de las flores, a la primavera. Que mejor estación para amar, para sentir. Ellos ya no aguantaban más sufrir.

Hubo una noche rara, especial. Ellos se vieron en un baile casualmente, pero no bastaron las cómplices miradas entre sí para que algo mágico sucediera. Distanciados, con el corazón roto pero esperanzados, cada uno hacía de la suya con sus propios amigos. Parecía que era culpa del destino el no querer unirlos, pero sus personalidades o quizás sus dudas, eran más fuertes y más cobardes que sus sentimientos, y no se animaban a arriesgar. Al día siguiente, todo era ya pasado. Una anécdota más que contar, que sufrir, que recordar, que intentar olvidar...


Ella, de pronto despertó a mitad de la noche. Lo miró a él, quien estaba a su lado plácidamente dormido. Era un sentimiento de confusión, de imaginación, quizás. Al cabo de algunos pocos instantes, él hizo lo mismo. Soñó el mismo sueño que ella, sólo que visto desde su propia perspectiva. Ambos, en la misma cama, con sueños iguales; no era posible. Una fantasía y una pesadilla, para ellos, inalcanzable, fantástica, irreal. Pero la casualidad no era simplemente eso, ellos, quien sabe por qué, esa misma noche decidieron hablar, decidieron arriesgarse y jugarse por ese amor que los volvía locos y los hacía soñar hasta el cansancio.
El día siguiente, sería el día de la primer cita real, quien sabe si el primer beso también, y el comienzo de una relación mágica, de dos corazones unidos, que nadie sabía ni podía ver, donde terminaría.