miércoles, 31 de marzo de 2010

Prométeme que no te vas a enamorar de mí

AMIGA: ¿Cómo va todo?
ÉL: Todo bien! Sólo un poco preocupado por la situación que estoy viviendo. Un poco confundido y con problemas de no saber que hacer.
AMIGA: Ei! ¿Cómo es eso? Cuéntame!
ÉL: No, déjalo así. No eres justamente la persona indicada con la que pueda hablar esto.

Sin dar más vueltas, él se fue, dejándola plantada e inmóbil a su amiga. Después de todo, se lo merecía.


Días más tarde...
AMIGA: Espera! - grita a él cuando lo vio por la vereda de enfrente - ¿Podemos hablar un segundo?
ÉL: ¿Qué pasa? - pregunta de mala gana.
AMIGA: No entiendo porque el otro día te fuiste así, me dejaste sin poder decirte nada. Te odio. Sabiendo lo que a mi me pasaba y que necesitaba hablar con vos, que sé que me entendes y podes ayudarme...
ÉL: Espera - dijo interrumpiéndola - ¿Y vos pensaste en el daño que me causas a mi cada vez que te escucho hablándome de otro? Siempre egoísta. Mil veces me lo banqué, aún sabiendo vos lo que yo siento y lo que me pasa y que no te puedo olvidar. Aún sabiendo que intento empezar algo nuevo y te apareces. Dime sólo por qué lo haces.
AMIGA: Sos el tipo de persona que siempre quise a mi lado y que nunca pude tener.
ÉL: Vos perdiste tu oportunidad, lo sabes muy bien. Yo te amé y te lo dije, te me hiciste la desesntendida y desapareciste. Me hiciste sufrir y no te importó. No esperes que te crea ahora que estas enamorada de mi. No voy a volver a caer en un trampas sólo porque no quieres verme con otra ni alejado de vos. Haz tu vida, deja la mía que ya bastante arruinada está.
AMIGA: No me digas eso.
ÉL: Entonces dame un beso y déjame ir en paz ya.
AMIGA: No puedo.
ÉL: Adios.


Él no la entendía. Rodeado de problemas propios de su personalidad por problemas amorosos, seguía sin saber qué hacer. El tiempo pasaba, las chicas desaparecían y él quieto en el mismo lugar, corriendo vueltas en la misma manzana todos los días. Escapando de nada y hacia la nada.



ÉL: Amor, tengo que pedirte algo muy importante. ¿Me prometés que lo harás?
NOVIA: Sabes que siempre hice todo lo que tuve a mi alcance amor. No me asustes, ¿qué pasa?
ÉL: No digas cosas que no son. Siempre tuvimos muchos problemas por tus falsos comportamientos.
NOVIA: Ya empezás otra vez. Siempre lo mismo.
ÉL: Ves, por eso no te puedo amar. Ni vos misma te das cuenta de cómo sos. Sin embargo te sigo queriendo.
NOVIA: Sos lo mejor que tuve en mi vida. El más tierno, el más lindo, sos todo (L).
ÉL: Prometeme que no te vas a enamorar de mi. No quiero hacerte sufrir.
NOVIA: ¿Por qué dices eso?
ÉL: Sólo hazlo.
NOVIA: Ok, esta bien. Lo prometo. Ahora, ¿me puedes explicar?
ÉL: Déjalo asi mejor. Ahora me puedo ir más tranquilo. Adios.


Dejando desconcertada a su novia, sin saber qué hacer con su amiga, las cosas se le complicaban cada vez más. ¿Qué quería? ¿Qué esperaba? Las respuestas aún las estaba esperando...




El lío mental en su cabeza iba en aumento, pero a la vez esclareciéndose. Es como que ya empezaba a planear excusas futuras para poder safar y no perder las oportunidades de disfrutar. Sabía que era lo incorrecto. Pero a un pibe como el de ésta historia de 24 años, con futuro asegurado y amores lejanos, no le quedaba otra opción.

martes, 23 de marzo de 2010

Si es por sus ojos, sus labios o su cuerpo... No es amor, es ATRACCIÓN.

Si es por su inteligencia, o su historia de vida... No es amor, es ADMIRACIÓN.

Si es por que llora cada vez que tratas de terminar la relación... No es amor, es LASTIMA.

AMOR es cuando no sabes porque te sentís atraída hacia esa persona.

El amor tiene su razón, y esa razón es desconocida.

sábado, 20 de marzo de 2010

Pasos en falso

Él se encontraba perdido. El amor lo estaba buscando hacía rato, pero el no se decidía por nadie. Parecía como si todo se daba a propósito, porque o no tenía a nadie o de pronto, tenia varias. Ahora, ellas (en plural), lo acechaban y él no sabía qué hacer. Todo era complicado, su corazón no respondía y la mente no paraba de hacerle pensar cosas malas hacia sí mismo. Estaba cansado, podrido, harto y desesperado. Los sueños ya eran constantes, pero no brindaban solución alguna.
Las mañanas para él caían de la nada, mirándo diariamente el amanecer desde la ventana que daba a su comedor, pensando, meditando...en fin sin sueño, totalmente desvelado. Hasta los mediodías luego dormía y durante las tardes sólo se distraía como para no perder la costumbre de verse con su gente querida y recordando disfrutar su tiempo libre. Las noches luego llegaban otra vez, y el ciclo diario se repetía sin piedad alguna.
No había nada que valiera la pena más que escribir.

Él soñaba cosas hermosas con ella, quien era la única que no estaba, mientras la otra soñaba con él, siendo culpable de un amor no correspondido. Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, ella miraba el cielo estrellado intentando imaginar a él, qué estaría haciendo y si estaría pensando en ella. No hacía falta describir a la otra con la que tan sólo había compartido sólo un par de días, ni a aquella que recién empezaba a conocer. Era todo como una rueda cíclica y rutinaria que parecía no tener solución alguna.
Todas las partidas estaban empezadas por él, quién haciendo movimientos y jugadas asombrosas lograba continuar con todas ellas, defendiéndose de los ataques y sabiendo cómo, dónde y cuándo contraatacar sin herir lo suficiente como para que todo vuelva a lo templado y tranquilo.
La desesperación quizás era constante y hasta abrumadora, pero nada importaba en esos momentos donde se ama y todo se exagera sin piedad.
Él tenía muy en claro pocas cosas, y entre ellas, no era justamente el amor ni la soledad lo que podía controlar ni sabía como manejar.

Hablando de ellas, no estaban tan diferentes. Una tenía ganas de engañar al otro pobre chico con el que estaba, mientras otra sólo buscaba diversión. La punta de la ciudad irradiaba amor sólo de ella, quien parecía a la distancia que era la única que amaba de verdad, o quizás la lejana, con sus propias costumbres, demostraba un poco más de interés. El resto sólo eran simples confusiones, quizás distracciones o deseos interiores, quien sabe.

Los amores de ahora eran raros y todos lo sabían. La falta de compromiso y fidelidad, atraídos por tantas cosas del exterior, no hacían más que confundir y herir, a veces sin uno darse cuenta de nada. El amor verdadero era el que parecía haber perdido la batalla en estos tiempos y sólo eran la confusión y los desdichos los triunfantes.




Nadie sabía por cuanto tiempo más todo podía seguir así, pero él no modificaría modo alguno de comportarse y seguiría arreglando con parches los problemas. Lo que él de seguro no sabía era que estaba dando demasiados pasos en falso y que tarde o temprano todo iba a saltar. Él probablemente quedará sólo y abandonado de nuevo, pero no sería el culpable, sino que sólo sería la consecuencia de sus actos. Todo formaba parte de sus enseñanzas pasadas y de lo que le habían enseñado a hacer, o mejor dicho, lo que había aprendido de lo que le habían hecho a él.