miércoles, 15 de julio de 2009

El día de Hoy (Cuento)

El día se volvía común y corriente. Las noticias de la mañana decían que hoy sería un día de otoño, con esperanzas de que el sol apareciera. Listo para partir, tomó su saco y partió rumbo a su destino. Mientras caminaba, sentía la brisa en la cara que lo hacía sentir lleno de vida; su conciencia le permitía pensar en sus planes de fin de semana, depués de todo, hoy era viernes y él se merecía un descanso.
La clase fue aburrida e interesante a la vez, como siempre. Durante el recreo se acercó a ella, la chica que a diario conquista su corazón. Hablaron, intercambiaron miradas, a veces piensa que algún día le dará una oportunidad. Pero para eso tendría que esperar a conocerla bien. No quería volver a caer en el error de enamorarse de una figurita externa que no tenga sentimientos y terminar destruído como la anterior ves. No se lo iba a permitir.
La mañana concluyó al fin, sin poder despiderse de ella, él se fue caminando a su casa otra vez. La tarde estaría llena de silencio, soledad y estudio. Sólo la música tranquila rosaría sus oídos y la acompañaría en su meta de llegar a ser alguien en la vida.
Con su taza de mate cocido caliente al lado de su libro de Álgebra, se propuso estudiar. La computadora lo llamaba, y lo hacía desear. Quizás ella estaría conectada y podría hablar, pensaba. Pero todo intento era en vano, ella no estaba y su obligación inmediata era estudiar. Acostumbrado a la luz natural, se sentó en la mesa que daba a la ventana.
Al levantar la vista la pudo ver. Era ella y no había duda. Estaba pasando frente de él, frente de su casa. Ella no lo había visto, pero él se había emocionado y entristecido a la vez. No se había percatado de que él estaba ahí observándola pasar, pero por lo menos la había vuelto a ver y no había tenido que esperar hasta el lunes siguiente. Saltando de alegría y lleno de energía, se propuso salir y decirle que él vivía ahí y la invitaría a pasar y tomar algo. Era el plan perfecto para hablar, para, quien sabe, empezar una relación.
La desesperación no lo dejaba pensar, la llave con la que intentaba abrir la puerta era siempre la equibocada. Por fin afuera, la corió unos metros y la saludó. Quizás nada era casualidad y el destino la había puesto en su camino; era su oportunidad.
Cuando ya pasaban los 5 minutos charlando tranquilamente, cuando él ya se disponía a invitarla a pasar a su casa, algo ocurrió que lo dejó helado en medio de la calle. Excusándose por sus que haceres, y en forma autoritaria, dijo que debía irse, que no podía darse el lujo de perder más tiempo hablando con sus amigos. Con una sonrisa, un leve movimiento de muñeca y con su voz suavecita, sólo dijo adiós y se fue sin más.

Se escuchó un ruido en la pieza, alguien que se movía y un luz que se prendía. Él logró entreabrir sus ojos y divisar a su madre. Al fin y al cabo, ella estaba preocupada, por sus largos sollozos que retumbaban en la pieza. Él estaba tapado hasta el cuello, en su cama, sudando y titubeando. Al fin y al cabo, el reloj despertador estaba por sonar y el día estaba lluvioso.

1 comentario:

  1. "No quería volver a caer en el error de enamorarse de una figurita externa que no tenga sentimientos y terminar destruído como la anterior ves. No se lo iba a permitir"


    "Seguro es tan superficial e indignante como cualquier otra persona" - es lo primero que pienso cuando camino por determinadas calles y veo a una "figura externa hermosa"


    Sigueme

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