lunes, 27 de julio de 2009

El mismo sueño

Hacía tiempo que estaba esperándolo. Ansiaba mucho esos momentos que ahora vivía. Había estado pensando durante días y noches enteras sobre aquel príncipe, para ella, azul, que no la dejaba dormir, ni estar bien, y que la obligaba a sentirse llena de verguenza y sentirse rara cuando estaba con él. Obviamente que el tartamudeo era otro indicio de obviedad. Él se hacía el que no se daba cuenta de nada, o al menos eso era lo que imaginaba ella, por lo que seguían mateniendo siempre una distancia considerable.
Ella se sentía culpable de algo que es imposible de manejar. Él se hacía el desentendido por miedo al compromiso, por no saber arriesgarse por lo que realmente quiere. Ambos sufrían, y lloraban a escondidas por el otro; sin ser capaces ni atreverse a decírselo a nadie, mucho menos a su amor platónico. Días pasaron. El invierno ya se alejaba, dando lugar al florecimiento de las flores, a la primavera. Que mejor estación para amar, para sentir. Ellos ya no aguantaban más sufrir.

Hubo una noche rara, especial. Ellos se vieron en un baile casualmente, pero no bastaron las cómplices miradas entre sí para que algo mágico sucediera. Distanciados, con el corazón roto pero esperanzados, cada uno hacía de la suya con sus propios amigos. Parecía que era culpa del destino el no querer unirlos, pero sus personalidades o quizás sus dudas, eran más fuertes y más cobardes que sus sentimientos, y no se animaban a arriesgar. Al día siguiente, todo era ya pasado. Una anécdota más que contar, que sufrir, que recordar, que intentar olvidar...


Ella, de pronto despertó a mitad de la noche. Lo miró a él, quien estaba a su lado plácidamente dormido. Era un sentimiento de confusión, de imaginación, quizás. Al cabo de algunos pocos instantes, él hizo lo mismo. Soñó el mismo sueño que ella, sólo que visto desde su propia perspectiva. Ambos, en la misma cama, con sueños iguales; no era posible. Una fantasía y una pesadilla, para ellos, inalcanzable, fantástica, irreal. Pero la casualidad no era simplemente eso, ellos, quien sabe por qué, esa misma noche decidieron hablar, decidieron arriesgarse y jugarse por ese amor que los volvía locos y los hacía soñar hasta el cansancio.
El día siguiente, sería el día de la primer cita real, quien sabe si el primer beso también, y el comienzo de una relación mágica, de dos corazones unidos, que nadie sabía ni podía ver, donde terminaría.

7 comentarios:

  1. Es cuestion de abrir el corazon y dejarse llevar, cuantas veces nos hemos perdido cosas por resistirnos a ello. Quiza muchas quiza no. Pero lo mejor es soñar, vivir...!!!

    Un abrazo

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  2. Hermoso... Hay que darse la oportunidad de soñar y de vivir.. en este caso Juntos y con mucho amor =)

    Gracias por firmas, y ser tan divino! ^^...
    Estoy hiper apurada pero no podia dejar de pasarme haha

    Besitos enormes!

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  3. Lo cuentas genial, Martín.
    Y es cierto, a veces hay que arriesgarse, que el que no se arriesga seguro que no gana.

    Un beso enorme!
    Gracias por tus palabras en mi blog.
    Eres un encanto, vaya.
    ;)

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  4. Hay que arriesgarse en el amor...
    Si no lo intentas...lo más seguro es que te quedes en el camino.

    ¡Tus letras son divinas!

    Mis felicitaciones.

    Saluditos.

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  5. Un sueño, dos personas enamoradas!! muy lindo!!
    Los sentimientos son vuelteros!!y no esta mal dejarse llevar! te dejo un gran beso.

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  6. Pero que bonito...Mira, hemos coincidido, yo hoy también hablo de vivir la vida sin planificar, arriesgándose, porque si no, para que se vive...
    Me ha encantado tu post Martín, me ha encantado..
    Muchos besos.

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  7. Hola Martin, paso a dejarte antes que nada mi enhorabuena por tu blog y lo que escribes que es muy bello.
    Quiero darte las gracias por tus comentarios también y por pasar a visitarme.
    No he leido todo lo que tienes porque estoy de vacaciones y paso poco tiempo en casa pero en cuanto pueda me pondré al día.
    Un beso grande. :)

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